6ª Jornada. Buco Juniors 1 – IES Hermanos Argensola 0

Decía un entrenador de hace ya tiempo que se jugaba mejor con diez que con once. No sé en que se debía basar este buen hombre para afirmar tal astracanada pero quiero pensar que se debía referir al hecho de que diez hombres en inferioridad numérica pueden llegar a comprometerse y a involucrarse más en el partido que si se encontraran con un compañero más sobre el terreno de juego. O sin ir más lejos, no hay más que recordar la final del Mundobasket en la que España a pesar de tener a Pau Gasol lesionado, o más bien gracias a ello, (amen de las bondades otorgadas por Don Jorge Garbajosa) salió a la cancha a comerse el parquet y todo lo que se le pusiera por delante.

Es de todos conocido que el Buco Juniors depende, en exceso diría yo, de su delantero estrella Ralpy. Por eso cuando no está nos cuesta tanto hacer goles y por eso cuando está nos cuesta tanto jugar a otra cosa que no sea jabalinear desde la defensa hasta la portería contraria con el mínimo número de pases posibles entre estos dos puntos para marcar gol verbigracia del señor Solana mientras, en bastantes ocasiones, lleva colgados del cuello dos o tres críos del Instituto intentándole parar, emulando aquellos ensayos de Jona Lomu en el Mundial de Rugby del ’95 en los que cruzaba la linea de fondo con dos chopos ingleses de metro noventa y cien kilos de peso subidos a la chepa, después de arrastrarlos durante treinta metros.

La tarde de antes del partido la cosa pintaba mal en la sede social del Buco. Las alarmas se habían disparado puesto que las bajas por diversos motivos asolaban al equipo de la craba. Los más viejos del lugar ya se imaginaban que el Buco volvería a jugar con una de aquellas alineaciones del Jurásico en las que Angelito ejerciendo de Zidane le pondría los balones en la delantera al tanque de Tblisi, Lacoma, el Peter Crouch del Caucaso, para que los aventara a la grada sin ningún tipo de miramiento. No obstante, el sábado por la mañana, dos de nuestros jugadores más preciados, el Beckenbauer de Ámsterdam y Odonkor, lograron enganchar el vuelo charter que los había de traer desde la República Chepa para disputar tan trascendental partido. De otra República, la Checa previo paso por Rusia, regresaba el fichaje estrella de Hade Kralove, Vitulika Muroparek (Víctor Mur), después de recibir tratamiento para su maltrecho pie en una clínica perdida del oblast de Chelyabinsk a medio camino entre esta ciudad y Magnitogorsk, donde alternaba dicho tratamiento con danzas rusas acompañando a osos de los Urales, la ingesta desaforada de vodka Tovaritch y la práctica de la caza de renos, lobos y rabosetas del bosque.

Si han aguantado hasta ahora quizás puedan acabar de leer la crónica, pero era de justicia dedicar estas líneas al santo Pater de la Qvore-k quién amenazó al colectivo buquizo con denunciarlo a la Santa Sede por colgar propaganda soviética en la red. Pues vea usted que debería hacerlo ya que algunos no nos salimos de la misma línea editorial y jamás lo haremos. Y esto es lo más suave que ustedes podrán leer puesto que el día que al señor Rodilla Mágica y al Furby drogado les dé por hacer una crónica conjunta, los desvaríos pueden ir desde Pol Pot a Paquito Patascortas pasando por Felipe II si el Coloso de Radiquero se une a la fiesta. ¿Y por qué? Porque estamos zumbaos.

Pues bien, aparte de la baja segura de Esforzado por esguince de grado 2-3, las de Ralpy y Martín por incomparecencia a la convocatoria buquiza y la de Berbegal debido a su viaje a tierras euskaldunas, el Buco iba a contar con el resto de seres jabalináceos que conforman su ignominioso plantel. No obstante la hora del choque, justo después de comer, no invitaba demasiado a la práctica del fútbol por lo que el Buco salió al partido dormido y torpón. El partido transcurría por la típica y peligrosa senda que este equipo gusta de transitar cuando se cree superior al contrario pero se empeña de forma denodada en no demostrarlo con hechos, es decir, con goles.

El hecho de que en punta el Buco no encontrara una referencia clara provocó por otra parte que el equipo se viera obligado a tocar y a elaborar más de lo que nos tiene acostumbrados, además de utilizar recursos que ya se daban por olvidados como cada vez que enganchaba la bola Ezequiel en el centro del campo. Debido a que el Instituto dejaba bastantes espacios y recibía la bola con comodidad, Suárez tenía en muchas ocasiones auténticas autopistas desde su posición hasta portería lo que aprovechó para lanzar desde fuera del área en numerosas ocasiones.

Pero lo verdaderamente importante estaba por llegar. Tras alcanzar el descanso con el marcador 0-0, a pesar de no estar jugando mal, el equipo se conjuró para ponerle más empuje al juego y resolver cuanto antes el encuentro. Fue entonces cuando Jesús comenzó a hacer estragos en la delantera pispando no pocos balones a la defensa contraria. En uno de ellos, tras robar y encarar por la banda hasta línea de fondo, puso un magnífico centro al meollo del área para que Vitulika rematara acrobáticamente en el aire sin dejar caer el balón al suelo.

Y pudo caer algún gol más, pues viendo el juego que se desplegó en algunos momentos así lo creo. Y este debería ser el camino a seguir por el Buco para que en próximos partidos si se juega de este modo y Ralpy puede estar apuntillando en la delantera, con un magnífico suplente como es Jesús cubriéndole las espaldas, no se caiga en el recurso fácil del patadón y colgar balones arriba cuando se ha demostrado que se pueden hacer más cosas.

Alineación: Sergio; Jose, Abizanda, Isaac; Lemus, Ezequiel; Jesús. También jugaron, Ángel, Ali, Carrasco, Trell, Víctor, y Lacoma.

Goleadores: 1-0, Víctor.

Pichichi: Ralpy, 5 goles; Lemus, 4 goles (1 p); Jesús e Isaac, 2 goles; Morcate, Berbegal y Víctor, 1 gol.

El Crack: Jesús. Ejerciendo de mosca cojonera en la delantera robó bastantes balones a la defensa rival para intentar la jugada personal, centrar o pasar atrás. De sus botas salió el pase de gol de este jugador que cada vez sorprende más gratamente.

El Dandy: Víctor. Hay que tener mucha clase para empalmar un balón en el aire de esa manera en la jugada del gol. Y más tras reaparecer de la lesión que le tenía apartado de los terrenos de juego.

Vaya día!: Ali. Otro que viene de una lesión pero que no acaba de salir del bache. Jugó lo justo para forzar un poco más de la cuenta y que la rodilla se le volviera a resentir.