domingo, febrero 27, 2011

Veni, vidi, vincit.

Hola, amigos. Soy el Furby Drogado, y voy a responsabilizarme de la siguiente crónica. Me resulta curioso, cuando a lo largo de la temporada tan apenas he podido asistir a encuentros buquizos, cuando el Zampolit suele responsabilizarse de tal menester, cuando nuestro equipo llevaba una dinámica de derrotas alarmante, y cuando por culpa de mi estilo de vida llevo casi un año sin publicar nada. Ni tan siquiera artículos grotescos en los que tiendo a hundirme en la miseria para gozo y disfrute de nuestros excelsos buquizos (cabrones...). Incluso el Zampolit está comenzando a escribir artículos en la misma línea de los que escribía yo (qué cabrón soy...).
Pero la tarde que se presentaba ante nosotros iba a ser diferente, y quizas por eso sea yo el "elegido" para escribir esto.

Partido contra el Bar Andalucía. 20:00 horas. Un servidor iba a jugar su tercer partido de la temporada, y ni tan siquiera sabía que posición le iba a tocar. Los dos integrantes buquizos de Villalifara y Sampietro estaban ya en los aledaños del campo. Mientras los del Andalucía estaban prácticamente al completo. Parecía presagiar aquello otro partido con 7 justos (con suerte), pero el resto de los disponibles vino pronto, y esa sensación se disipó en parte.

Y ahi estábamos todos: 4 cambios en el banquillo (Héctor, Nacho, Chus Heffner y Aguayos), y una alineación titular poco habitual, con Sampietro en punta, mediocampo de 3 con Sergio en medio, y Martín y Vitoré Karpets en sendas bandas, Guillén en portería, y un servidor de cierre junto a nuestro nuevo fichaje: Puértolas. Mención aparte merece nuestro fichaje invernal. Él realmente podría afirmar "Veni, vidi, vincit", tal y como reza el título que he escogido para el artículo: llegó, estuvo muy correcto atrás, ganamos, y además marcó un gol. Un debut realmente notable. Pero no nos avancemos tanto.

El pitido inicial me devolvió a la realidad. Todavía tenía latente una sensación de desasosiego, ya que el puesto de cierre conlleva una responsabilidad nueva para mí. Sí, es cierto que no es la primera vez que juego de cierre en mi vida, pero sólo es la segunda vez que lo hago en años, y la primera vez teníamos a Pedro Gea en el campo, lo cual resultaba más tranquilizador que tener a un compañero cuyo rendimiento iba a ser una incógnita hasta el pitido final. Además, tenía poco rodaje, y nuestro equipo rival presentaba a un delantero de raza negra. Lo primero que pensé fue: "Voy a echar la pota en el minuto 15 de las carreras que me voy a dar". Pero, curiosamente, no era el más peligroso de los delanteros, y pudimos frenar sus acometidas y las de sus compañeros. Y, si ellos tenían un negrer, nosotros teníamos a nuestro particular Negro, y vaya si se notaba. Además de pasar todo el juego ofensivo por sus botas, su colocación era soberbia, y fue un gran apoyo en defensa, desbaratando, sobre todo, los pases al hueco de nuestros rivales. La rapidez de nuestros jugadores de banda no era suficiente para romper el muro defensivo, y las llegadas al principio eran tímidas. Solamente al final de la primera parte, el guardameta rival pasó apuros, especialmente en un mano a mano con Vitoré. Y así fue como llegamos al descanso con un 0 - 0 en el marcador.

La sensación de desasosiego seguía en mí. No sabía si aguantaría durante la segunda parte, ya que en la primera tuve que descansar un rato en el banquillo, y por desgracia, ese descanso fue simbólico, ya que si Chus salió en mi lugar, a los 3 minutos tuve que sustituir a Puértolas. Sabía que mi falta de rodaje me estaba pasando factura, así que le dije a Puértolas que si uno de los dos iba al ataque, tenía que ser él.

Pero esa segunda parte era como un partido diferente. El equipo buquizo estaba motivado tras una primera parte casi perfecta. Para algunos, ya no había presión. Había que rematar la faena.
Y se hizo. A los pocos minutos de la segunda parte, el Negro abrió la lata, y en menos de medio tiempo, ya íbamos 3 - 0. El partido se había puesto de cara y los jugadores del Bar Andalucía estaban nerviosos. Las jugadas de ataque rivales se multiplicaban, y nuestra defensa apenas daba abasto. Guillén estuvo providencial atrás, y nuestra intensidad defensiva no sólo no había bajado, sino que además aumentó. Pero tal era el empeño de los jugadores del Andalucía, que al final marcaron el 3 - 1. En ese momento, ellos se vinieron arriba, pero no nos descompusimos. En todo momento la consigna era "¡0 - 0!¡Pensad que vamos 0 - 0!". El Andalucía estiró el equipo, lo que nos dió problemas atrás, pero permitió a Sergio estar libre en el centro del campo, donde se había hecho amo y señor. Y así fue que cuando más atacaban nuestros rivales, y cuando más nos tuvimos que emplear para aplacar las embestidas, y cuando más faltas nos vimos obligados a realizar, acabamos marcando el 4 - 1. El cansancio y el desánimo se hizo entonces patente en el equipo rival, y ya con el 5 - 1 acabaron por bajar los brazos.

El pitido final llegó pronto. Al menos, esta vez se nos antojó así, quizas porque esta vez la goleada sonrojante no nos la estábamos llevando nosotros. 7 - 1. Quién nos iba a decir en el descanso que ganaríamos de semejante paliza. El equipo había jugado correctísimamente. Guillén estuvo seguro atrás. La defensa funcionó sin necesidad de ser excesivamente estorrocadores. Las bandas supieron a qué jugaban (de hecho, Vitoré tan apenas se descolocó, mientras que habitualmente solía mostrarse anárquico). Sampietro usó su contundencia como mejor sabe, y de paso nos deleitó con una "espaldinha". El banquillo cumplió allá donde se le pidió que estuviera: Hector se encontró de nuevo con el gol, y Chus, Nacho, y Aguayos le pusieron pitera en sus respectivas posiciones. Y el Negro... el Negro es el Negro.

Si hubiera que hacer una valoración sobre el crack del partido, lo tendría muy difícil. Guillén, Puértolas, y Sergio estuvieron sensacionales, y Martín y Víctor fueron muy incisivos, abriendo la defensa contraria. Y desde la óptica de algunos de mis compañeros, yo también me salí, pero no soy quien para valorarme como el crack del partido... o quizás si... ¿¡Qué hostias!? Al fín y al cabo, ¿no se me ha ocurrido titular al artículo "Veni, vidi , vincit"? ¡Pues que me quiten lo bailao, que el partido me salió perfecto! ¡Me erijo como el crack, que ya tenía ganas de darme el gustazo! ¡He dicho!

lunes, febrero 21, 2011

Chusterizarse por momentos

Buenas, soy el zampolit. Y estoy bastante indignado con la masa social que perpetra en esta blog. Uno deja de escribir durante tres semanas y ni dios tiene la decencia de actualizar con algo. En tiempos, la Alimaña Azucarera nos obsequiaba con muestras de su arte a base de comics hechos con el Paint, o el Marqués nos deleitaba con sus disertaciones acerca de la deriva capitalista del antiguo telón de acero. Incluso el Grisnell comenzó una epopeya sobre piratas que arribaban a una isla de Negror o Chus Hefner nos enseñaba los versos hechos a Priapo y su posterior versión hispana en el corto del Cipote de Archidona. Pero ahora, aquí ya no escribe ni dios. Mejor dicho, ya no escribe ni Schuster con alguna de sus chusteradas sacadas de algún pozal de mierda.
El pequeño mono albino ya no se deja caer por aquí como antaño cuando relataba toda suerte de putadas que le pueden acontecer a lo largo del día. De lo cual se deduce que ya no le ocurren tantas vivencias de este tipo aunque claro, también hay que tener en cuenta que después del incidente en el baño del Público el listón estaba muy alto...
Como quiera que a mí me pasa ultimamente todo lo contrario y que esta misma tarde he advertido al Marqués de que "creo que me estoy chusterizando por momentos" voy a relatar la suerte de putadas que me han ido aconteciendo en las últimas semanas para ver si el resto de personal también se lanza y comenta sus propias vivencias. Porque todos llevamos un Schuster dentro de nosotros, pero no pasa nada. Cuando nos toque el Euromillón con bote de 43 millones y compremos un pueblo entero en Montenegro para fundar la República Bálcanica de Maziellolandia, mucho que nos va a importar ser unos Schuster cualquiera.
Comienzo a relatar mi proceso de chusterización durante el último mes. No tiene desperdicio...
Bien, como quiera que en el lugar a donde de vez en cuando me pagan un sueldo por ejercer mis servicios de prostituta técnica tuvo a bien liberarme de la mitad de mi horario laboral para así poder echar la siesta a gusto y poder ver a Berta Collado después de comer http://www.lasexta.com/sextatv/seloquehicisteis/te_lo_cuentan_como_a_ti_te_gustaria/210311/381
decidí hacer algo más con mi tiempo libre que leer las putadas de libros que me deja el crío de Naval cuya temática gira en torno a cosas tan sumamente desagradables que la próxima vez que me intente prestar un libro se lo esmocharé en la cabeza. Si alguna vez escuchais salir de su boca "Chuck Palhaniuk" (o como se escriba el nombre de ese bastardo), huid.
Así que me matriculé de nuevo en la universidad de la República Chepa en un cursillo CCC de esos a distancia que ofertan por un módico precio. Ahora aprecio que ese es el primer síntoma de chusterización, el hacerse universitario a esta edad...
Y comienza la primera asignatura y llega el primer examen. Y hete ahí, que acontece la primera chusterada. Examen tipo test via internet. O sea, coge el libro, plántate delante del ordenador y si algo no lo sabes, lo buscas y contestas. Una persona normal haría eso. Schuster y yo nos regimos según una lógica difusa. Veo, 40 minutos de tiempo. Y entonces, acontece la chusterada. Si tengo 40 minutos de tiempo, deben de ser 40 preguntas... Lo sé, guarda una lógica absurda. Pero para mí entonces, la tenía y es lo que me preocupa...
Llego a la pregunta 7 en el minuto 7. Clavao, como un reloj. El libro de adorno, para qué, no me da tiempo a comprobar, hay que ir rápido, como una flecha. Al darle al botón de continuar se escuchó un ruido como cuando a Schuster le pegaron aquel balonazo en los cojones. Sí, un "zoooop". Y aparece el siguiente mensaje, "has completado la última pregunta. Enviar". Y claro, envío. Resultado, 4 respuestas falladas. ¡Zas en toda la boca!
Bueno, eso puede pasarle a cualquiera. La próxima vez me cercioraré bien de cuánto tiempo dispongo y de cuántas preguntas hay. Siguiente evaluación. 60 minutos. Bien, vale, esta vez no voy a hacer una chusterada cualquiera. A ver cuantas preguntas... 10, vale. Vamos avanzando. Por si acaso me voy apuntando las respuestas en un papeler. Luego las voy pasando y... ya está, es un método infalible. Esta vez no puedo fallar.... Los cojones!
Si no quieres preparar una buena chusterada es fundamental que si transcribes de un papel las respuestas al ordenador respetes estos dos puntos: a) hacer una correcta transcripción, ¡ojo, parece una chorrada, pero es fundamental!;
b) repasar que el paso a) ha sido ejecutado en su totalidad.
Yo hice la de Pazos en Airbag, salí con la c) o sea, no hacer ni a) ni b)...
Y claro, cuando no repasas lo que has puesto y eso que has puesto no está del todo bien... En el papel tenía dos fallos, en el ordenador cuatro. De aquí se deduce que la auténtica chusterada hubiera sido al revés, que hubiera sacado MEJOR nota confundéndome en la transcripción pero teniendo en cuenta que estoy en el primer mes de chusterización no está nada mal. El "Zoooop" en las pelotas se hizo más estentóreo e incluso sonó música de circo...
Tercer y último examen de la asignatura. Si lo apruebo, apruebo. Si la cago, al pozo. Compruebo el tiempo, compruebo las preguntas. Apunto las respuestas en un papel (en orden, parece que no, pero es importante). Transcribo cuidadosamente. Repaso una vez, dos veces, tres veces. Repaso que las respuestas son buenas y no son la primera puta mierda que se me ha pasado por el perolo. Repaso que se corresponde con lo que he puesto en el ordenador. Cuatro veces, cinco veces, seis veces. Me miro la ropa que llevo puesta. No, no llevo una chaqueta del Seminario. No soy Schuster, puedo hacerlo, esta vez saldrá bien...
Voy a darle a terminar y enviar pero no lo hago. Hay una respuesta... hay una maldita respuesta que no me convence. Me dan unos datos en fanegas y hay que pasarlos a dínares yugoslavos. No me acuerdo de la equivalencia fanega-dínar yugoslavo así es que tengo la fantabulosa, jodida, horripilante y sunormaloide idea de abrir una nueva ventana para que Wikipedia (la oficial, la de verdad, no el Grisnell) me ayude. El mal estaba hecho.
Esas jodidas aplicaciones informáticas de las que seguro que muy pronto la Alimaña Azucarera será partícipe, entra en barrena y Wikipedia no se abre. Uyyy. Cierro esa ventana. No se cierra. Se cierne la catástrofe. Que le den por el culo a las fanegas y a los dínares. Si es, es y si no, no es. Terminar evaluación. Enviar. Y entonces se escuchó la música de los payasos del circo, el zop en los cojones mientras en el proyector del bar del Negro iban pasando las fotos de los bufones de la corte.
Ordenador colgado. Cagamiento en los cielos. Apertura de fauces y pozalada de mierda. Vamos, como un Schuster cualquiera.
Envía un correo a la autoridad competente, bájate los pantalones, diles que eres tonto y pregunta si el paquetico con las respuestas ha llegado bien. A los dos días, oh sorpresa, recibe la respuesta de que sí, de que eres un Schuster en estado muy avanzado. Que acabas de hacer una cagada con la puerta abierta, pero que esta vez, al menos tenías el papel higiénico a mano.
De momento, salvado. Pero, ¿qué grandísima putada acontecerá un día de estos? Porque después de esto no piensen que todo ha cesado, no. Más bien al contario.
Siguiente sábado. Todo apunta a una apacible tarde de fútbol 7. ¿Apacible? por los cojones. Todo partido de fútbol 7 en el que no juegan siete sino seis es por definición una auténtica y grandísima putada. Putada para el portero que se harta de recoger el balón de entre las redes, putada para el equipo rival porque marcar goles, marca. Pero se lleva ostias hasta en el carné de identidad. Y putada para el defensa central que es el encargado de repartir esa estopa.
Y si encima, en una de esas cazadas, te jodes un ostión contra la espinilla del otro y te descuajeringas el tobillo apaga y vámonos. Y otro "zoooop" que se volvió a escuchar. Esta vez no en los cojones, pero sí en el pie...
Y hay más. Hay más. Cuando llevas dos fines de semana seguidos yendo a buscar el chambergo a las seis de la mañana a una de esas banquetas donde lo has dejado en uno de los rincones de algún antro de vicio y perversión y te encuentras que algún gremlin o algún hijoputa ha tenido a bien tirarlo al suelo mostoso porque estaba encima de su abrigo de princesita o en su defecto de hormonado clembuterizado, y lo recoges y sobre él han caído las siete plagas de Egipto en forma de chapapote, y para inri a ti te acaban de rociar con una cerveza de arriba a abajo por razones que no vienen a cuento, también. También abres las fauces y sueltas una pozalada de mierda para la afición.
Y te pones a limpiar de mierda el chambergo el domingo por la tarde. Mientras hace un sol que se caga la perra. Para un sábado que no querías salir resulta que te aplazan el partido de fútbol 7 (que poco la semana anterior, ¡cabrones!) y te ves obligado a hacer un vinacrucis por todo el pueblo. Y llegas a casa a las tantas. Y ni salir con la bici ni ostias. Y hace un sol que se caga la perra...
Y piensas. Por lo menos, voy a hacer algo de provecho y aparte de limpiar el chambergo le voy a quitar la capucha que ya no hace nada...
Y el lunes te vas a echar el café. Y nada más pisar la calle se pone a llover. Y llegas a la nave Victory y todavía llueve más. Y en la nave concluyes con el Marqués que esto sólo se arregla de Euromillonazo de 43 millones. Comprar un pueblo en Montenegro y cosas así. Fichar a Messi para que dé toques en la terraza. Cosas de esas.
Y vuelves a salir a la calle, y vuelve a llover. Y te mojas. Y le dices al Marqués que justamente ayer le quitaste la capucha al chambergo. Y te dice que te estás chusterizando. Veremos en que acaba todo esto. Seguiré informando, pero menos mal que no fui al Seminario porque si no ahora seguro que estaría aquí sentado con esa horrible chaqueta puesta encima...

martes, febrero 01, 2011

Hazañas Buquizas (VI): Estúpida Holanda, Ruda Alemania

Que en esta blog se quiere a Alemania y se desprecia a los Mandarinas es un hecho que se puede corroborar en, digamos, una de cada cuatro o cinco entradas. Los motivos son diversos, y algunos quizá insuficientes, pero quien no esté de acuerdo que no nos intente convencer de lo contrario, y si no ya sabe lo que tiene que hacer, cerrar ventana y buscar otras blogs más amables.
Futbolísticamente hablando, el grueso de la camada buquiza sufrío en sus infantes carnes el latrocinio hecho a esa generación del Real Madrid que jamás consiguió levantar la Copa de Europa por culpa de esa cohorte de bandidos neerlandeses que perpetraban bajo el auspicio de la casa Philips a los mandos del homínido culotanque con cara de Tintín que luego aterrizó en la Secta de la Diagonal. Para los que se hayan perdido, muchos vivimos estigmatizados por aquel empate a uno en casa contra esos bastardos del PSV.
Esos lisonjeros protestantes a los que el Duque de Alba ya hizo bien en darles candela hace cinco siglos, continuaron con su befa y escarnio hacia el Madrid en las huestes malolientes rossoneras de Milano, las nerozzurri en cambio siempre fueron amistosas, y siguieron la foricada haciendo sucumbir a la selección soviética en la Eurocopa del 88.
En ciclismo aquellos tiempos no fueron mejores, en la que esa cohorte de hienas apestaba las carreteras con sus pijipis melenudos, cuyo máximo exponente era la puta del Barrio Rojo, la meretriz Theunisse, clembuterizados y efedrinizados hasta límites insanos.
Los duelos ante la Curicuriká por parte del Buco Juniors no hiceron sino exacerbar ese odio visceral que todo buen buco tiene hacia los Mandarinas, dado que el eterno rival del Buco tuvo un buen día la gran idea de autodenominarse "la Holanda del fútbol sala". Ese día, el Buco le hizo saber que sí, que era la Holanda, pero "la estúpida Holanda", y que "la ruda Alemania", ergo nosotros, le podía sacar del campo del Caprabo Park a base de cojonera con resultados tan sonrojantes como un 19 a 3. Y lo más sonrojante no era el resultado sino el plantel con el que se conseguían aquellas memorables victorias. Schuster pasado de kilos, el Marqués pasado de vueltas, la Alimaña con una rodilla a punto de pasarse de rosca... un equipo muy bursatil.
Pero entre medias de estos dos hechos, las foricadas del 88 y los derbis trepidantes en la pista de fútbol-ostias tuvieron lugar unos hechos que hicieron que ese odio hacia el Mandarinismo tuviera sentido.
Corría el año 2000. Verano del 2000. Una tropa de bucos decide pasar unos días en Salou. Por aquellos años todos los veranos se bajaba una vez a Salou, o a veces, a Sitges, pero de aquel viaje da para una entrada aparte y si los lectores la demandan se contará en un futuro en profundidad lo que deparó aquel infernal viaje. La expedición estaba formada por el Kaiser Cagón, Patxi Panizo, Cadel Renton, Pako Fiesta (que no es un buco al uso pero en este caso lo incluiremos), Chus Hefner, el Alemán, Lory y yo, el zampolit. No sé si me dejo a alguien.
El caso es que unos cuantos marcharon a principio de semana, supongo que los más pudientes o los que no tuviesen otra cosa que hacer que marchar allá abajo a empifolarse. Lo que sí recuerdo es que yo bajé en autobús con el señor Hefner días más tarde y cuando entrábamos en Salou se me ocurre preguntarle si los demás sabían que bajábamos entonces (entonces no había o no teníamos móviles). Pues no lo sé. Jodo, y sabes dónde está el apartahotel... Tampoco. Jodo, pues ya verás tú...
Cuando se mascaba la tragedia, el autobús para en el semáforo justo antes de la estación y vemos cruzar el paso de cebra a Cadel Renton con su estampa típica veraniega de finales de los 90-principios de los dosmiles. Desgreñao a más no poder, camiseta negra de Jack Daniel's, bermudas, adidas modelo Jesucristo y cigarro en la mano. Yo creo que se jodía esa camiseta el 20 de junio y se la quitaba el 4 de septiembre. Era una de esas prendas míticas que todo el mundo asociaría a su portador, algo así como la chaqueta del Seminario de Schuster o el jersey de Georgia Tech del Kaiser o el tabardo Hummel de Fagocito Hurtado...
Bueno, el caso es que Cadel no se sabe como se había acordado de que llegábamos entonces. Lo que no sé como es que se supo levantar con la juerga que se habían corrido la noche anterior con el Kaiser, Pako Fiesta y Panizo, un cuarteto de probada solvencia en aquellos años que podían trasegar Cutty Shark como descosidos.
Llegamos al apartahotel y no nos defrauda, se trata del típico cubil neomodernista de estilo costadauradiense que tan en boga está por esas tierras que parlan raro. La putada, sin embargo, no era que el baño diera grima, o que las puertas no cerrasen bien, no. Aquella cocina iba a una velocidad equivalente a que hervir el agua de una perola costaba la friolera de dos horas. Y no exagero. Hacer unos macarrones era una labor titánica que podía destrozar los nervios de cualquiera. Al menos había una tele y pudimos ver el final de etapa del Tour donde ganó Botero (porque me acuerdo de estas mierdas?!?) y el Coloso de Biescas se vio relegado a ser gregario del colombiano ante las estentoreas protestas del personal allí presente. Después de eso comenzamos a preparar la cena, ya que con la marcheta que llevaba la cocina esa como para hacerlo con prisas...
Pues eso, que dejamos la perola al fuego y nos bajamos a la piscina del hotel a hacer hora para la cena. Alguien sacó una baraja y empezamos a jugar al guiñote. La partida de guiñote más surrealista de la Historia. Pendiente de las cartas no estaba nadie, el que menos Panizo, que con unas gafas de sol puestas para disimular estaba pendiente de los movimientos de un cuarteto de alemanas que sabían latín, ostrogodo y varias lenguas muertas. Había una de las que le gustan a CasalS (lo siento Sandy, la S se pone sola la muy jodida...), de grandes pechos y anatomía recia aunque sin llegar a una morbidez extrema. De cara era guapeta, eso sí. Había otras dos también rubietas de las que no le gustan a Sandy por ser "delgadetas" y que para el común de los mortales están como un dios. Y luego estaba una moreneta, la Littbarski del equipo, que era la que a Hefner y a mí nos gustaba y que, o estaba tronada o se nos vulcó vilmente ya que debió salir aquellas cuarenta veces de la piscina y en lugar de ir directa a su toalla daba toooooda la vuelta al vaso para pasar juuuusto por delante nuestro ante los consiguientes bramidos.
Cuando aquel sindios era insoportable y las zagalas se fueron a la habitación a maquear, las huestes buquizas decidieron subir a ver si la perola había alcanzado el punto de ebullición tan rápido como lo habíamos logrado nosotros. La mala puta de cocina aquella tiraba menos que Abraham Olano subiendo el Larrau en el año 96, pero puede decirse que aquella perola CASI hervía tras dos horas al fuego. Echamos la pasta y chino chano se cocinó para hacer la ensaladeta de pasta.
Mientras los chefs perpetraban en la cocina, los vagos permanecíamos en la terraza mientras el resto se iba duchando. El Alemán, que por aquel entonces fumaba, iba tirando las colillas desde la terraza de nuestro quinto piso al toldo que había en la planta baja, perteneciente a una cafetería ya cerrada donde sólo quedaba el mobiliario de sillas y mesas de madera. Estando allí nos dimos cuenta de dos detalles. Tres pisos más abajo habitaban Klinsmann, Völler (las guapetas), Jancker (la cuasimórbida) y Littbarski (la tronada), mientras que justo al lado nos había tocado en suerte una comuna de pijipis mandarinas extremadamente ruidosos y molestos que se estaban poniendo como ziquilines y que en plena borrachera lisérgica les había dado por gritar como orangutanes y fumar como descosidos en la terraza (eso pensábamos) por la humera que desprendían.
La ensalada de pasta ya estaba preparada para cenar después de unas cuatro horas de elaboración gracias a la fantabulosa cocina. La gente estaba duchada y arreglada y comenzamos a echar "arranques" de Cutty Shark en la terraza. El señor Panizo que hoy por hoy es un ser cuasicivilizado por aquel entonces era un ente asilvestrado gracias a su asiduidad en la noche del Alto Sobrarbe y Serrablo, lo que le llevó a ser un joven maziello que nos llevaba a todos por la senda del "esto se arregla de 2 maneras; Fuera o dentro" o el simple y terrorífico "que te he dicho que bebas". Y ahí no había más que hablar...
El Alemán seguía tirando colillas abajo, la gente seguía bebiendo, los mandarinas dando por culo y las alemanetas saliendo a saludar allá abajo. Venga, que bajamos. Que sí, que no, que espera. Total, que cuando íbamos a emprender la Invasión de Berlín, empieza a salir humo del toldo de abajo...
Ostia tú, que sale humo, trae un pozal de agua que se ha prendido fuego allá abajo. Echamos un pozal y aquello que no se apagaba. Sale más humo y una llamaradeta. Ostiaaaaa!
Echamos más pozales. El Alemán acojonado porque pensaba que sus colillas habían provocado el incidente. La gente de la calle que se comienza a congregar frente al hotel. Gritos, tumulto...
Echamos dos pozales más y las llamas se extinguen por completo. Hasta los mandarinas contribuyen tirando algo de agua.
Pero frente al hotel se sigue juntando más y más y más gente. Y empiezan a gritar y a hacernos gestos.
¡Exageraos! ¡Que ya está apagado! que gente, que escandalera. Y la gente que sigue bramando y de repente, uno de los mayores sustos que me he llevado en toda mi vida. El toldo de la planta baja se viene abajo y en su lugar aparece una llamarada que asciende hasta la tercera planta de golpe y porrazo.
Pegamos un brinco de la barandilla hacia atrás y volvemos a mirar abajo para cerciorarnos. Sí, sí, la planta baja se está quemando y las llamas llegan hasta cinco metros más abajo. Hasta tres, hasta dos, joder... aparta que llegan hasta aquí!
En ese momento unos cuantos enganchamos la puerta para huir de allí. Al señor Panizo no se le ocurre otra cosa que ponerse a entrar las sillas y las hamacas de la terraza "para que no se sucarren o cojan olor a humo, que la mujer que nos ha alquilado el apartamento la conozco". Tócate los cojones. A mí me temblaban las piernas, tenía cogida la puerta y no tenía pelotas a volver a la terraza pero tengo la imagen de Panizo metiendo zarrios para dentro ayudado por no sé quien y lenguas de fuego de fondo. Era una escena surrealista.
Salimos por fin del apartamento los que quedábamos allí porque alguno había bajado a avisar a recepción con las primeras llamaradetas que habíamos apagado a base de pozales de agua. Allí nos encontramos a los hijos de la gran puta de la habitación de al lado.
Quizá piensen que soy un poco tosco o vulgar en cuanto a mis comentarios de los compañeros de hotel. Eran mandarinas y después de lo que contaré un poco más tarde convendrán que aun me estoy quedando corto. Aquellos hijos de mala madre salieron al pasillo con latas de Heineken, odiosa cerveza neerlandesa, riéndose y sin camiseta. El resto de la gente normal llevábamos una cara de espanto que para qué. Comenzamos a bajar las escaleras sin saber si en algún momento nos encontraríamos fuego. Lo que se dice un mal rato. Y aquellos bastardos bebiendo cervezas y de descojonada.
Afortunadamente pudimos bajar las cinco plantas del tirón, un poco de humo eso sí, pero nada de tener que recular o buscar salidas alternativas. De ahí salimos a la recepción y de ahí de una puñetera vez a la calle. Creo que jamás me alegraré tanto de pisar la calle de Salou. Afuera había montado un titi importante. Los bomberos que al fin habían llegado te hacían cruzar la calle y situarte donde el tumulto original de gente, los que nos gritaban cuando echábamos los pozales de agua a las llamaradetas.
El grupo de gente iba in crescendo y el de gilipollas también. Aparte de los mandarinas que seguían con su juerga se nos acercó un autóctono de la zona con gafas de culo vaso y una cámara de video. Que si podíamos posar frente al hotel con las llamas de fondo y contar nuestra experiencia para después mandarlo a la tele.
La contestación fue algo así como un TATOMAPOLCULO que en un principio no comprendió pero que una vez trasladado al castellano quedó en QUE NO, QUE NO NOS INTERESA, QUE SE VAYA USTED A TOMAR POR EL CULO.
Y profundamente extrañado se dio la vuelta y fue a intentar convencer a otros incautos, repitiendo que eso era para la televisión, que tal y que cual...
El Alemán había marchado a mover el coche que estaba aparcado casi enfrente del garito en llamas y corría riesgo de explotar. Cuando volvió estaba todo obsesionado con que el culpable del incendio había sido él, con las dichosas colillas que había tirado al toldo. Nosotros, pues hombre, te vas emparanoiando y de la obsesión del Alemán se pasó a la creencia generalizada de que:
  • Tres colillas de Marlboro mal apagadas le habían petado fuego a un toldo de lona de un dedo de gordo y el correspondiente mobiliario del bar que había bajo él.
  • Que la policía no era tonta y que tras hallar el cuerpo del delito mediante un estudio de balística comprenderían que la única trayectoria posible de las colillas tenía por inicio nuestra terraza.
  • Que nos iban a trincar e íbamos a dormir esa noche en el cuartelillo.
  • Que con los antecedentes que teníamos en materia de incendios gracias al garito del Pollero, la Interpol ya estaba atando cabos.
  • Que nos iba a tocar pagar la de dios en concepto de indemnizaciones ya que el fuego había arrasado el local de la cafetería y buena parte de la primera planta, a la espera de que se confirmase que todo el mundo había sido evacuado y el fuego no había pillado a nadie.
  • Que la somanta de ostias que nos iban a dar nuestros padres iba a ser fina.

Con estos condicionantes en la cabeza se nos ocurre que, a partir de ese momento del tema de los cigarros no sabía nadie ni media. Allí comenzaron a llegar Policía Nacional, inspectores y el copón bendito. Cómo sería el acojonamiento que llevábamos que en ese momento vemos al cuarteto de alemanas en la calle, una vestida, las otras a medias y otra con una toalla a la que seguro que le había pillado el fuego duchándose. Y esas sí que estaban bien jodidas que tenían la habitación completamente arrasada. Pues ninguno tuvimos la decencia de ir a preguntar si necesitaban algo o a prestarles aunque fuese una camiseta a la pobre moza que iba desnuda con la toalla...


Los bomberos apagan el fuego, entran a inspeccionar, salen, confirman que todo el mundo está fuera y que no hay heridos. Los años de condena en prisión iban descendiendo. Al menos, no nos habíamos cargado a nadie... Comienzan a dar paso a la gente para que suba a las habitaciones, recoger algo y si es posible brincar a pasar la mayor parte de la noche fuera por si acaso. A los del primero les dicen que no pueden subir, que la planta está totalmente calcinada. A los del quinto, que subamos deprisa.

Pasamos ante la policía, estos nos han fichado ya, que no, que sí, por si acaso no os los mireis. Enfilamos las escaleras y llegamos al rellano del quinto. Y allí pues lo típico, un pasillo largo y una ringlera de veinte o treinta puertas. Y al fondo estaba la nuestra y para acojonamiento generalizado, la típica cinta de "No pasar, policía" estaba cruzada en el marco de la puerta. Ya está, ya nos han enganchado, a joder...

Alguno más espabilao fue más prudente y comenzó a caminar por el pasillo y llegado un punto se volvió y nos hizo avanzar al resto, "No es nuestra puerta, es la de al lado, la de los Mandarinas" (supongo que diría holandeses, pero me niego a llamarlos por ese nombre, Mandarinas o en todo caso Hijos de la Grandísma Puta)

Entramos a nuestro apartamento y dos cosas nos llamaron la atención. El espantoso olor a humo y la ensalada de pasta, que se había quedado en la encimera. Se había quedado tan ahumada que ni el Kaiser Cagón (cuando el Kaiser era una máquina de devorar) se planteó tocarla.

Por fortuna, las hamacas de los cojones estaban sanas y salvas.

Y fue entonces cuando a alguien se le ocurrió mirar a través de la mampara de la terraza a la de los vecinos, a ver por qué les habían chapado el acceso al apartamento. Lo que allí había no tenía nombre. Una mesa de plástico quemada por las patas. Sillas calcinadas. Toallas abrasadas... ¡Tócate los cojones! En ese momento fue cuando conceptuamos que el incendio no lo habían provocado las puñeteras colillas, no (o a lo mejor sí), sino la cohorte de capullos que teníamos por vecinos (y si no habían sido ellos les iba a caer la mierda, vaya que sí).

Así pues cogimos lo que teníamos que coger, no nos cambiamos (para qué, la ropa que se había quedado allí apestaba a brasada) y marchamos como fuinas para abajo con una idea muy clara en nuestra cabeza. Ser un chivato es de las cosas más feas que hay en esta vida, pero joder, esta vez estaba justificado.

Enganchamos al primer Nacional que vimos y le preguntamos por el Inspector. Aquel gacho se presentó ante nosotros y, joder, daba el pego. Era una mezcla entre Colombo y Clive Owen, el gacho que come zanahorias, se zabuca a la Bellucci y pega tiros durante dos horas en la peli más bizarra que uno haya podido contemplar (sin sonido, al estilo Mortimer) en Domingo's.

-"Oiga señor, hemos subido al apartamento y hemos visto unas cosas muy raras en el de al lado". Claro está que no le dijimos que habíamos hecho un allanamiento de morada saltando la mampara para contemplar in situ las tropelías de esos oranje, pero todo lo demás sí.

-"Gracias, pero ya estamos enterados, como habreis visto hemos estado allí"

Ya, pájaro, pero suelta la gallina y dinos qué cojones han hecho, no nos tengas con la mierda en la boca...

-"Entonces, ¿han sido ellos los causantes?"

-"Venga chavales, si necesitamos alguna cosa os llamaremos. Marchad a cenar algo por ahí y después ir a echaros un buen trago"

No dijo ni que sí, ni que no, pero visto lo visto la cosa parecía pintar mal para aquellos mandarinas. Más tarde se supo vía, tele, prensa y cotilleos varios que aquellos hijos de Satanás en pleno akelarre en la terraza habían petado fuego a una toalla, se les había ido de las manos y tuvieron la feliz idea de lanzarla para abajo. Aquello fue lo que prendió fuego al toldo y nosotros no nos dimos cuenta (recordemos que el piso de las alemanas centraba bastante nuestra atención). Mientras apagábamos las primeras llamaradas, la toalla debió traspasar el toldo y ya abajo en el local fue consumiendo las sillas y las mesas. De ahí el que se extinguiese por un momento el fuego, la calma y el repentino subidón cuando el local estaba ya como las calderas de Pedro Botero.

En resumidas cuentas, mientras un grupo de españolitos nos torturábamos mentalmente sobre las posibles consecuencias de unos actos de los que a ciencia cierta no sabíamos si habíamos sido culpables, esos doblemoralistas de mierda, capaces de legalizar algún día el apareamiento entre humanos y babuinos del Serengeti y al mismo tiempo ser la maldita raza más monárquica sobre la faz de la Tierra, se descojonaban del asunto y seguían de borrachera.

Al final los que durmieron en el cuartelillo fueron ellos, y nosotros nos fuimos de zorrera. Irse a dormir sobrio con semejante olor a brasada era insano. Al día siguiente todo transcurrió con normalidad y Colombo nos volvió a visitar a la hora de la siesta. Nos dijo que ya estaba todo aclarado y que los vecinitos habían declarado. Los tenían bien trincados por las pelotas.

Esa noche se volvió a salir, claro que sí y al día siguiente se recogió el tenderete para marchar a punta mañana (hace falta tenerlos cuadraos) para casa. Esto que voy a contar puede que ocurriese otro años pero como viene al hilo lo planto ahora que quedará un final de cojonera...

No había hecho más que arrancar el autobús cuando cruzamos ese pueblo que está a 10 km escasos de Salou. Ese pueblo que más bien es una ciudad y que de las cosas buenas que tiene es que cuando el Barça de hockey patines va a jugar allí lo más granado del pueblo se dedica a escupir a los culés desde el palco presidencial como si hubiese 20 Castejones todos juntos en el Municipal. Inenarrable.

Pues bien, Patxi Panizo que la noche de antes se había puesto como un cacinclo de repente tuvo una urgente y extrema necesidad de evacuar oralmente el contenido de su estómago. Cadel Renton fue corriendo a pedir una bolseta al conductor mas cuando volvió sólo puedo contemplar a Panizo haciendo improvos esfuerzos por intentar retener la vomitona con sus manos, mientras esta se escapaba entre sus dedos. La mayor y mejor potada que he visto en mi puñetera vida en un autobús.

El estallido de risa hizo que se volviese todo el autobús hacia la parte trasera y que el conductor se empezase a cagar en toda nuestra parentela. La visión de aquellos trozos de salchicha frankfurt saliendo disparados entre los dedos provocaba una reacción invérsamente proporcional a nuestras risas en el resto de la gente, traducida en miradas de odio y asco...

Años más tarde, Chus Hefner y el Kaiser Cagón tuvieron los santos cojones de irse de Erasmus a Mandarinalandia. Volvieron sanos y salvos y sin haber perpetrado crimen alguno contra esas gentes. Nunca llegué a comprender que se fueran a las tierras de esos doblemoralistas.

Yo por mi parte, también decidí irme de "Erasmus" al pueblo que hizo que Panizo vomitase mientras el autobús lo cruzaba. Es el único sitio donde le he visto vomitar tras zorrear (y creo que será el único, el cabrón es duro) y pensé que ese debía ser un sitio especial. De los curiosos especímenes que conocí en aquel lugar sí que se podría hacer un libro, pero eso ya será en otra ocasión...