El buco jugó un partido de coraje, sufrimiento y pitera para remontar un marcador adverso.
El acribillado banquillo del buco se presentaba diezmado. 9 jugadores para un partido difícil contra un rival mejor clasificado, que además tenía cambios abundantes.
Recuperábamos a San Sergio bajo palos, y así el Mariscal Berbegal podía recocer su bastón de mando para defender el área, ayudado de sus esbirros Trell, Jose y Lacoma.
La media, que dadas las circunstancias la planteamos como un refuerzo de la defensa, estaba compuesta por Lemus, Ángel y Víctor, y Jesús seguía de conejito jabalinero.
El rival era muy técnico, siempre la sacaba de puerta controlada y la iba subiendo a base de cambios de banda. Tenían un delantero que tenía mucho peligro al revolverse porque la pega fuerte. En una de esas ocasiones llegó su primer gol, la cosa empezaba malamente. Pero después del gol Berbegal le tomó la medida al jugador, se le pegó como una lapa y no le dejó hacer cosa. El Salas siguió creando ocasiones, pero cunado llegaban a la línea del área no encontraban hueco, de modo que al final la echaban para atrás para que un jugador probara un punterazo. Tiraron chutes sin talento, pero todos se iban fuera. El buco aguantaba la tempestad.
En uno de los ataques, Lemus le birló la bola al que la iba subiendo, echó a correr mientras Jesús esprintaba y se la pedía. Le dio un pase que le llegó justo en el borde del área, y Jesús la pegó de una manera rara con la zurda cruzándosela al portero y el balón entró despacito junto al palo.
El empate puso nervios al Salas, que veía que su dominio no le daba goles. Siguieron atacando, pero empezaron a perder balones con lo que el buco hacía peligro de vez en cuando. Tras el descanso, un balón sacado de puerta y cabeceado por Jesús fue rematado de manera espectacular por Ángel desde fuera del área pero el balón pegó en el larguero. Fue tan acojonante que hasta los aficionados del Salas aplaudieron.
Hubo un jugada polémica en la que Berbegal derribó al delantero cuando hacía una de sus media-vueltas. No pitó penalti y fue bastante protestado.
Poco después el delantero se fue y el Salas perdió empuje. El buco sacaba fuerzas e iba llegando con más facilidad. En un saque de banda cerca del área, Víctor cabeceó hacia atrás para pasar a Jesús, que saltó a por ella pero fue empujado por el defensa con las manos y con poco disimulo. Penalti bien pitado, pero salvajemente protestado por el Salas. El defensa se fue a por el árbitro a degüello, un chico joven y poco bregado que esa noche debió aborrecer el arbitraje. Roñó y roño y se quejó sin parar a propios y extraños. El penalti fue ejecutado por el especialista, Lemus, que la pegó abajo y a la izquierda como es su sana costumbre. Y menos mal que la pegó bien fuerte y colocada porque el portero, que era bastante bueno, casi la para. El buco se adelantaba, las tornas cambiaban y los ánimos se encendían en un equipo y se esfumaban en el otro.
Al gol le siguieron una serie de contraataques del Buco. En uno de ellos, Lemus “Paquito Fernández Ochoa” hizo un slalom de los suyos, regateando dos defensas, aguantando la salida del portero y regateándoselo y chutando a puerta casi sin ángulo, suave y adentro. Un golazo con mayúsculas.
El buco se dedicó a partir de entonces a mantener el resultado. El Salas se desgañitó atacando y corriendo como locos. A dos minutos del final acortaron distancias con un golazo impresionante desde una banda fuera del área. Gran suspense, pero supimos seguir aguantando hasta el final.
El pitido final nos supo a gloria, y al entrenador del Salas a cuerno quemado: se encaró con Xavi de malas maneras, farfullando sobre complot arbitral y todo el belén. Y el pobre árbitro se fue aborrecido de la vida, con una cara de circunstancias que pa qué.
¡Pero nosotros contentísimos! Un partido muy disputado ganado a un rival difícil.
