El Buco apeló a la épica como en aquellas gloriosas tardes que todos recordamos. Aquel juego trepidante con el que el equipo buquizo maravilló al mundo entero y del que hizo gala en partidos de tan dulce recuerdo para el buen aficionado a las gestas (3-3 ante la 96º, 3-2 ante el Construcciones, eliminatoria copera ante la Pulpería del año pasado) volvió a emerger en todo su esplendor en la segunda parte del partido disputado ante la Sidrería. El partido empezó muy mal, fatal. Dos goles en contra a balón parado, el que parece ser el gran talón de Aquiles de éste equipo, facilitó la tarea al contrario, un equipo que se presentaba al choque como líder de Segunda División sin ningún gol encajado. Un equipo, que aparte de pertenecer al club de los Estopa-Mix, bien poca cosa sabe hacer aparte de, cómo reitero, repartir candela y guarrear desde el primer minuto.
El partido transcurría caliente ya que a la primera aproximación dentro del campo entre Carrasco y el delantero rival, Migui, ya saltaron chispas y se dijeron de todo, como por otra parte era de prever. Es lo que pasa cuando se junta el hambre con las ganas de comer.
Carrasco se sobró de mala manera en ese primer encontronazo, pero en lo que restó de partido se mostró bastante correcto, aguantando el chaparrón de insultos, faltadas varias y patadas de los rivales, que para completar la plantilla podrían fichar a Vinnie Jones o a Hristo Stoichkov y así mostrarse más contundentes si cabe.
A todo esto, el trencilla que nos tocó en suerte, por todos conocido, se mostraba como siempre impasible al concierto de garrotadas que se estaba llevando a cabo en el campo. Tal y como declararía Jesús Abizanda al acabar el encuentro “en cuanto lo vi al llegar al campo, supe que acabaríamos a bastonazos”, el sentir general era ese mismo.
Tras el descanso, el Buco empezó a venirse arriba pero la pelotita, la suerte es una ramera caprichosa, no quería entrar. En una de estas, la defensa buquiza es pillada “en bragas” y Migui al contraataque marca el tercero, después de que Sergio le aguantara espectacularmente en el cara a cara, le parara el primer disparo y no pudiera hacer nada con el rechace que favoreció al delantero de la Benemerita. 3-0.
El Buco en esos momentos estaba hundido. Muerto, jamás. Solamente cuando el rival está compuesto por chavales de 18 años que corren como demonios y ganan por 6-0, el Buco puede hacer concesiones y declararse vencido. Isaac estaba siendo el mejor del partido de calle, pero cada vez que intentaba encarar rodaba por los suelos. El juego era demasiado trabado y aun así en uno de los empentones bucos, Lemus, de potente hostiazo desde fuera del área, enchufaba el 3-1 en el marcador y el Buco al partido.
Ya por aquel entonces se atisbaba que si el equipo era capaz de ponerse a un gol de distancia, la Sidrería, fiel a sus costumbres, iba a empezar a ponerse nerviosa.
Pero tenía que ser en un corner, otra vez a balón parado, donde la Sidrería metiera el 4-1. No sería el último puesto que en pleno correcalles de partido, Isaac conseguía llegar vivo al área rival y marcar el 4-2. Acto seguido, ¡en otro corner!, lo que parecía la puntilla rival, el 5-2.
Restaban unos diez minutos y el partido ya se había caldeado de tal manera que las patadas volaban por doquier así como todo tipo de faltadas entre jugadores y aficionados, todo ello con el beneplácito del arbitro. Como ya se ha dicho, el partido era un puñetero correcalles con predominio absoluto del juego vertical. ¿Y quién se mueve en estos en estos partidos como un jabalí revulcándose en la bardera?
Ralpy enchufa el 5-3 y antes de lo previsto, la Sidrería comienza a descuidar la defensa y a tirar el partido que tenía ganado a la fresquera. Sin tiempo para coger respiro, y en plena demostración de rasmia, el Buco roba el balón y de rechace en el área, Jesús mete el 5-4. A falta de un minuto para el final, las hordas bucas son frenadas en la raya del área, lugar desde el que Lemus lanza la falta fusilando al portero para empatar el partido.
Increíblemente, todavía quedaría tiempo para que en una nueva melé en el área, Jesús, nuevamente de rechace, metiera el sexto y definitivo.
A un servidor le recordó a la escena de “Amanece que no es poco” en la que el gran Sazatornil “Saza”, interpretando al guardia civil del pueblo y tras un “¡ya no aguanto este sindiós!” se pone a pegarle tiros al Sol harto de tanto descojono y despiporre. Jesús hizo lo mismo, cogió su fusil y de dos tiros sacó petróleo a un partido tan loco como emocionante. Un auténtico sindiós.
Alineación: Sergio; Trell, Berbegal, Isaac; Lemus, Ezequiel; Ralpy. También jugaron, Jesús, Carrasco y Lacoma.
Goleadores: 1-3, Lemus; 2-4, Isaac; 3-5, Ralpy; 4-5, Jesús; 5-5, Lemus; 6-5, Jesús.
Pichichi: Ralpy, Lemus y Jesús, 2 goles; Berbegal e Isaac, 1 gol.

El Crack: Jesús. ¡Viva la madre que lo parió! No es Torpedo Müller ni Hugo Sánchez y ha habido delanteros más elegantes que él, pero clavar esos dos goles al final… y los dos de la misma manera, al rechace y pa dentro. Desde la final de Copa de Europa que perdió el Bayern contra el Manchester no se veía una foricada en las costillas semejante.

El Dandy: Isaac. Empezó en la banda, pero aparte de subirla para sumarse en numerosas ocasiones al ataque, se echó el equipo a las espaldas metiéndose en labores de de medio conduciendo el ataque buquizo. Si para los próximos partidos pasa más el balón en lugar de llevarlo controlado durante 25 metros, el equipo y sus sufridas piernas (por las patadas rivales) lo agradecerán.


El Malo: “en cuanto lo vi al llegar al campo, supe que acabaríamos a bastonazos”. Jesús Abizanda dixit.

El Malo II: Por petición expresa de Carrasco y debido a su “buen” comportamiento de esta semana, procedemos a quitar el puto hacha que se le puso en su momento al moñaco de marras, cambiando dicho artefacto por una inocente piruleta y un osito moñón, más acordes con su nuevo comportamiento, angelical dónde los haya. ¿Estás contento ya o seguirás dando la chapa?
--- EPILOGO ---
Foto exclusiva de cierta parte del equipo contrario al acabar el partido.

"No te digo ná.... y te lo digo tó!!"