Valverde está en peligro

¿Qué hacía Príncipe Juan ayer en Interpeñas? Nadie lo sabe, ni siquiera el Duque de Nottingham...

Dejando aparte detalles de los días 3 y 4, lo de siempre sin mucha novedad ya que las cañas y los cubatas siguieron cayendo esta vez en Interpeñas, hoy nos vamos a centrar en el testimonio de un chófer gallego que nos asaltó ayer por la noche. Para otro día se hablará largo y tendido de la zorrera que se calzaron algunos echando vinos (y cubatas de vino, por cierto, muy buenos) y tapas el día 4 por la mañana...

Bien, recinto de Interpeñas, 4:00h, Alibêgovic, el Marqués del mundo al revés y el Zampolit se encontraban apostados en una de las barras trasegando cañas y ardiendo en el Infierno (los que podían, los que se han convertido en el mismísimo Averno después de quemar las etapas impuestas por la Negror, evidentemente ya NO arden). La Zeta (Zeta de nabuZ) merodeaba, es la palabra, entre la canrroña del lugar e intimidando con su trasto al personal. El Mariscal mantenía una ¿intensa? conversación con Príncipe Juan. ¿Quién era Príncipe Juan? Nadie lo sabe...

En estas, se acerca un mardano, que bien pudiera jugar en la Santboiana en la línea de tres cuartos, ataviado con una camiseta en la que se leía "Galiza" y nos empieza a dar conversación. El tío llegaba de Ciudad Real llevando un trailer de los de la Vuelta ciclista y al ver jarana por ahí se había acercado "a ver niñas" (una costumbre demasiado extendida).

El tío se había plantado desde allá abajo en 8 horas (cielos, 600 y pico kilómetros... el tacómetro lo debe de llevar llorando...). Bueno, tendría prisa por llegar, un mal día lo tiene cualquiera...

Pero no. Según sus propias palabras llevaba 4 días sin dormir antes de llegar a Ciudad Real donde había dormido 15 horas antes de subir para aquí. Hala, esta noche le iban a dar por el culo muy mucho a dormir. Esos 4 días de Infierno (me jodo en todo en los 4 días de Dunkerque) se los había pasado conduciendo por autovías quitando el limitador de velocidad y zumbándole a 140 km/h con dos cojones. Bueno, las prisas de la caravana, las orgías con las azafatas, ya se sabe...

Pero no. Este tío era un superclase. "Es que en Galicia os gusta darle al acelerador" terció el Marqués. El gacho vio la oportunidad y comenzó a relatar sus proezas automovilísticas. Desde su pueblo en la última punta de Lugo, allá donde Cristo dio la última voz, hasta Madrid con su coche, tres horas y media. Vía Michelín marca tres horas más de recorrido. "Por la autopista iba a 280 y solo paraba en los radares. A un tontolaba de un Porsche le tuve que dar las largas para que se apartara porque me lo tragaba".

La conversación siguió por otros derroteros y como el gacho se pensaba que éramos medio catalanes la cosa pasó a mayores y acabaron debatiendo con el Marqués acerca del estado de la nación y la senyera estelada. Ahí terminó la conversación y las anécdotas de Fitipaldi pero ya estáis avisados. Aún quedan dos semanas de Vuelta y es muy posible que un día de estos mientras se esté celebrando el podio de vencedor de etapa un camión desbocado arrase con todo y se lleve por delante a todo Dios.
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Anecdota real antes del concierto de Antonio Vega, esa mima noche:
Cuando las damas se iban a hacer la foto oficial con el artista, las dametas pequeñas se echaban patrás y no querían hacerse la foto, lloraban porque Antonio les daba miedo.