sábado, febrero 13, 2010

Gol en el Sadar

En capítulos anteriores: de manera extraña es organizada una Paris-Tombouctú-Roubaix a cuchillo y a cara perro en las antes brumosas tierras de Nieblavilla. Los hermanos Schleck comienzan a tener visiones extrañas, así como la diversa farándula que les acompaña en la ascensión a Le Grand Ballon y Le Ballon d'Alsace. Una brecha espaciotemporal ha sido abierta y diversos personajes comienzan a ser... reclamados por otros entes...
Andy Marqués Schleck estaba ascendiendo a un ritmo endiabladamente fuerte las empinadas y embarradísimas rampas de les Ballons. El Grisnell se le había puesto a la par a pesar de ascender con la bicicleta al hombro, y eso solamente podía significar dos cosas, o que no iba todo lo rápido que le parecía o que el sueco iba cargado de EPO hasta las cejas... cuando vio que el corredor nórdico le sobrepasaba en una de esas curvas de paellera de 180 grados y que acto seguido se ponía a refocilarse en el barro con suma delección en semejante acto tan grotesco, supo que se trataba de la segunda hipótesis.
Por otro lado le parecía extraña la actitud que observaba en Frank Zampolit desde hacía unos metros. Miraba a las dos cimas con los ojos como platos, como si no comprendiera que diablos estaba haciendo allí. No podía imaginar ni minimamente que el que trataba de ascender a duras penas a su lado no era su hermano Frank, cuando de buenas a primeras se le fue la cabeza y perdio la consciencia...
-----------------------------------------------------------------------------------------
Frank Zampolit trataba de hacer una composición de lugar mientras daba vueltas a esa pista de tartán. Por alguna extraña razón ya no se encontraba de barro hasta las rodillas y ya no iba en bicicleta. Por alguna extraña razón llevaba una camiseta de Italia y daba vueltas a una pista. Por increible que pudiera parecer le parecía estar en Japón y no sabía por qué, el público e incluso los propios atletas le llamaban Salvatore o incluso Totò. Trataba de buscar respuestas en las pantallas gigantes del estadio pero todo lo que veía estaba escrito en japonés. Pero había números... podía leer los números... 08-26-1991... eso era una fecha, ¡de hacía 19 años! Un escalofrío recorrió el espinazo de Frank Zampolit Antibo Schleck.
Tiró de recuerdos y se vio a si mismo en su casita de Luxemburgo con 11 años viendo por la tele unos mundiales de Atletismo en Tokyo. Era la final de los 10000 metros y un italiano pequeñito se había propuesto derrotar a las tropas africanas. La carrera estaba siendo espectacular y en cabeza se alternaban una pareja de keniatas, un atleta marroquí y el italiano. En el jardín de casa, su hermano pequeño Andy daba patadas a un balón de fútbol, totalmente ajeno a la situación. Frank se recordó a si mismo pegado a la pantalla del televisor, totalmente hipnotizado por la gesta de aquel italiano, cuando de repente, a mitad de carrera, el ritmo de Salvatore Totò Antibo se vino abajo. Inexplicablemente comenzó a correr más y más lento y los atletas comenzaron a rebasarle, algunos dándole ánimos. Antibo parecía ido, perdido. Parecía estar sufriendo un serio incidente.
Frank supo entonces, 19 años después, que él había sido el causante de ese Incidente.
------------------------------------------------------------------------------------------
Andy Marqués vio que el barro de la calzada había desaparecido. De hecho no había carretera, el suelo era verde, había cesped. Ya no montaba una bici, ya no había cimas que ascender. El barro había desaparecido, ¿había desaparecido? No, seguía presente disperso en sus dos brazos. "Un momento, esto no es barro... ¡Coño!, ¡si soy negro!". Efectivamente, Andy era negro, no como un tizón pero si como un carajillo de Carlos III. Vio que su maillot había sido sustituido por una horrenda prenda de colores azules y rojos que incluso parecía irritarle la piel. Estaba en un estadio de fútbol que no acertaba a reconocer. En todo caso no correspondía a ninguno de los equipos de su querida Bundesliga. Miró a su alrededor y a sus espaldas tuvo una visión mágica. "Dios mio, ¡es Michael Laudrup!", sin darle tiempo a reaccionar ya que lo primero que pensó fue en ir a presentarle sus respetos y pedirle un autógrafo, recibió un increible pase del mago danés. "Se supone entonces que esto es un partido de fútbol, tendré que meter el balón en la portería". De manera poco ortodoxa alzó su pierna derecha y aprovechó el fantástico pase de Laudrup para meter un gol de bandera. Mientras alzaba los brazos, porque era lo que se suponía que debía hacer, pensó "¿Dónde coño estoy? ¿Y por qué soy negro?"
-------------------------------------------------------------------------------------
Desmond Kosovo Cavendish abrió los ojos. Bañado en sudor y con el pulso acelerado. Había tenido una pesadilla. Evidentemente se encontraba en la casita de "la puta de Vilna" y había soñado cosas raras. No volvería a meterse EPO nunca más, le estaba afectando de mala manera. buscó con la mirada los posters colgados de la pared de la habitación para sentirse más seguro y saber que estaba a salvo. Y lo que vio le estremeció. Presidiendo la sala, un poster de Hulk Hogan tamaño natural, un cartel de cine en el que se adivinaba que correspondía a la serie estadounidense"Walker Texas Ranger", un cuadro de un sitio como de interior , con montes y algún árbol y un poster a su lado en el que figuraba en grande el lema "Vulca el báter en La Almunia". El escotokosovar a pesar de no conocer la lengua de Cervantes podía leer estas palabras, y comprenderlas, sin ningun problema. Incluso el sentido metafórico de una expresión muy avanzada para un castellanoparlante. Al otro lado de la habitación, montañas de latas de conserva vacías. Literalmente, montañas, sin orden ni sentido. O al menos, el orden o el sentido que pudiera darles un ser que se ha levantado con mucha hambre a media noche. Con ansia viva. Al frente una televisión. Encendida. Podía distinguir el símbolo del canal "Caza y Pesca" en su esquina superior derecha. "No, otra vez, no"-pensó Desmond- El programa, una interesante exposición acerca de las costumbres de apareamiento de la caballa islandesa. A Desmond le dio por levantar su mano derecha. No le gustó lo que vio. Un yogur de fresa haciendo poceta para albergar un borguil de ¿ketchup?, ¿en su mano?. Cuando miró más para abajo, lo que vio no era de este mundo. El frontal de sus calzoncillos albergaban una densa mezcla de leche y limonada. A buen seguro por detrás habría una buena chocolatada. Desmond se revolvió en la cama, busco una luz que alumbrara ese sindios. Encontró torpemente una lámpara de mesilla. Al lado de la lampara había una foto. Lo que vio en la foto. Mejor dicho, a quienes vio en la foto no le gustó nada de nada y le hizo comprender donde estaba y, todavía no sabía por que maldita razón y lo que era mucho peor, en el cuerpo de quién estaba.

5 comentarios:

Cochilin dijo...

O mondie!!!!

el furby drogado dijo...

Oye, que yo me cambio los gayumbos a diario...
Y en cuanto a lo del yogur de fresa con ketchup: matas a un perro, y te llaman "mataperros".
Mmmmh, caballa... voy a joderme una lata...

leche, limonada y por detrás chocolatada dijo...

Y por qué se cambian, Bolillo, por qué se cambian???

el furby higienico dijo...

Se cambian por un simple motivo higienico, que yo no los femo previamente!!!

el marqués del mundo al revés dijo...

Te vas a comer una lata de perro?