martes, febrero 23, 2010

El Buco en el Pro Evolution Soccer

Hola muchachada. Para todos aquellos que tienen tanto tiempo libre como yo, les propongo un juego. A ver quien sabe identificar a todos estos jugadores que creé en el Pro Evolution Soccer correspondientes al equipo del Buco Juniors.
Todos los que salen en la foto son o han sido jugadores oficiales del Buco Juniors.
(pulsar la foto para ampliarla...)

martes, febrero 16, 2010

La Catarsis

En capítulos anteriores: la ascensión de los dos colosos del macizo de los Vosgos, les deux Ballons, en la que se ven involucrados los participantes de una Paris-Roubaix más que revuelta, se ve salpicada por idas y venidas espaciotemporales motivadas por un giro de rueda en los mecanismos internos de "La Isla". La Negror es inminente, el acabose se cierne...

Romario Da Souza Faria no daba crédito a lo que veían sus ojos. A su lado, brincaba un tipo con apariencia de sueco entre charcos de barro, con una bicicleta al hombro y una sonrisa de oreja a oreja. Pensó que el campo de fútbol en el que estaba jugando hasta ese momento era un barrizal pero no de las proporciones sobre lo que transitaba en esos momentos ¡subido a una bici! Su mente había cambiado de estar pendiente de un pase apoteósico de Michael Laudrup a verse inmerso en una hecatombe de lodo. Las ruedas de su bici desprendían barro, el sueco que iba a su lado chapoteaba en barro y en lo alto veía dos cimas en las que el cielo se estaba cubriendo. A buen seguro que iba a llover. Y sería barro.
Entonces reparó en que a su lado había un tercer tipo. Parecía confuso y descolocado tanto o más que él. Le preguntó que dónde estaban, que qué estaba pasando. El otro tipo, con los ojos como platos solamente acertaba a decir "no lo sé, no sé que está pasando, quizás estemos muertos, pero me da igual, esto es acojonante". Totò Antibo, influido por esos lodos psicotrópicos al igual que el Grisnell, ni tan siquiera reparó en que el tipo que transitaba a su lado estaba tan perdido como él.
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Desmond Kosovo Cavendish cogió la foto que había sobre la mesilla de noche. La miró, no lo creyó. La volvió a mirar, se estremeció una vez más. En la estampa aparecía el retrato de un tipo con aspecto noble, ataviado con una zamarra de portero de fútbol. Garabateado se podía leer "Para mi querido Bolillo, siempre tuyo, Luis Mari A.". Desmond cerró los ojos queriendo que todo eso fuese parte de una pesadilla, al abrirlos reparó en otro detalle revelador en la mesilla de noche, una botella de Gran Duque de Alba -¡Dios, estoy en casa de Elvir Boliç!".
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G. M. Lafergeld era un clasicómano a la vieja usanza. Fino y elegante como pocos, gustaba de trabajar las etapas poco a poco, forzando en su justa medida a mitad de recorrido para intentar rematar la faena en alguna dificultad orográfica poco antes del final. En cualquier caso, las batallas tempranas en las etapas no iban con él, de modo que imponía su clase cuando el resto ya iba tocado. Lo que era cierto es que cuando el pelotón lo veía, temblaba porque sabía que a partir de ese momento no habría tregua. De un modo u otro, cuando él entraba en escena, la Catarsis de la etapa, estaba próxima.
Cuando el Grisnell se despegaba por momentos de la pareja conformada por Frank Antibo y Andy Da Souza que transitaba perdida entre tanta Negror, apareció para unirse al grupo de cabeza el estratega G.M.
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Frank Schleck había cruzado la línea de meta. Último, pero la había cruzado. Las esperanzas del gran Totò Antibo por convertirse en campeón mundial de los 10000 metros quedaron enterradas por la brutal suplantación de personalidad sufrida cuando la prueba discurría en su ecuador. Frank solamente pudo dar unos pasos más allá del final. Su vista volvió a nublarse y de nuevo se encontró cimbreando su bicicleta en las rampas embarradas del Grand Ballon.
Salvatore Antibo fue sometido a exhaustivas pruebas para desentrañar "qué" había motivado el incidente por el que había realizado una anábasis de cinco mil metros con la mirada perdida y desencajada a ritmo inusualmente bajo. Se determinó que Salvatore había padecido una extraña variante de epilepsia por la que había perdido la consciencia, no así la capacidad motora, durante ese tramo de carrera. Al poco tiempo, se retiró de la práctica atlética. Salvatore nunca se atrevió a confesar la Verdad. A saber de que le hubiesen catalogado si hubiese relatado lo que vieron sus ojos en aquel Infierno embarrado...
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Andy Schleck se encontraba en el cesped del Sadar siendo felicitado por sus compañeros. No sabía ni como había marcado ese gol. Ese gran pase de Michael Laudrup se lo había dejado en bandeja. La cabeza se le fue, tuvo como una sacudida y lo siguiente que vio fue a su hermano Frank pedaleando a su lado. La Negror le había enviado de vuelta a casa.
Romario Da Souza quedó muy tocado después de su breve estancia en aquella Paris-Roubaix. Hizo suya la máxima de George Best por la que todo el dinero que no fuera gastado en mujeres o alcohol era dinero malgastado y se lanzó con ahinco a intentar desterrar los fantasmas que atormentaban su cabeza a base de no malgastar nunca más su dinero.
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Elvir Boliç era como un hermano mayor para Desmond Cavendish. El escotokosovar se había visto obligado a abandonar muy pronto su casa en la Isla de Man debido a su incipiente carrera como ciclista. El destino elegido fue Southampton debido a que muy cerca de allí, en Calshot, se encontraba el único velódromo de todo el Reino Unido. Desmond pensó que lo mejor sería compartir piso con alguien y tras un par de días encontró la casa de un estibador llamado Bolillo, aunque se hacía llamar Boliç, http://www.freewebs.com/lanegror/bolilloslife.htm en la que convivían seres de lo más peculiares.
Como Desmond vio de inmediato que no se sabía muy bien porque había ido a parar en viaje astral a su antigua casa de Southampton, se quedó muy quieto, tirado en esa cama, esperando a que todo eso pasase. Lo que no quería por nada de este mundo era salir fuera y encontrarse con algún marinero ruso en el baño, o un oso disecado en el salón o un oligofrénico de Hospitalet en el pasillo. Ni de coña.
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Frank miró a Andy. Andy miró a Frank. Sin hablar comprendieron que los dos habían sufrido una experiencia similar. Sus caras de susto lo denotaban. En ese momento G.M. Lafergeld se puso a la par de los dos hermanos. El Grisnell había tomado la sabia decisión de despeñarse precipicio abajo. No aguantaba ese sindios. Estaban a punto de coronar la cima...

lunes, febrero 15, 2010

Excursión Buquiza

Tras no poder asistir a ese querido carnaval de Bielsa, la sección navalesa del Buco Juniors ha preparado una alternativa digna para el sábado 20 de febrero, los carnavales fovanos:

Programación

Tierrantona a las 10:00 h.
Con una chocolata para todos los asistentes
y acompañados de la Charanga "Helveticos show",
seguidamente continuará por los siguientes pueblos:

Troncedo 10'45h.
Formigales 11'15h.
Humo de Muro 11'45h.
Palo 12'15h.
Morillo Monclus 12'45h.
Buetas 13'30h.
Solipueyo 15'00h.
Rañin 15'45h.
Humo de Rañin 16'30h.
Alueza 17'00h.
Fosado 17'45h.
Fuendecampo 18'30h.
Samper 19'00h.
Lacabezonada 19'30h.
Charo 20'30h.

Para finalizar los carnavales y para todos aquellos que aún les queden fuerzas, a las 23'30 horas habrá sesión de baile con la orquesta "Moncayos Band", en el Salón Social de la localidad de Tierrantona.

sábado, febrero 13, 2010

Gol en el Sadar

En capítulos anteriores: de manera extraña es organizada una Paris-Tombouctú-Roubaix a cuchillo y a cara perro en las antes brumosas tierras de Nieblavilla. Los hermanos Schleck comienzan a tener visiones extrañas, así como la diversa farándula que les acompaña en la ascensión a Le Grand Ballon y Le Ballon d'Alsace. Una brecha espaciotemporal ha sido abierta y diversos personajes comienzan a ser... reclamados por otros entes...
Andy Marqués Schleck estaba ascendiendo a un ritmo endiabladamente fuerte las empinadas y embarradísimas rampas de les Ballons. El Grisnell se le había puesto a la par a pesar de ascender con la bicicleta al hombro, y eso solamente podía significar dos cosas, o que no iba todo lo rápido que le parecía o que el sueco iba cargado de EPO hasta las cejas... cuando vio que el corredor nórdico le sobrepasaba en una de esas curvas de paellera de 180 grados y que acto seguido se ponía a refocilarse en el barro con suma delección en semejante acto tan grotesco, supo que se trataba de la segunda hipótesis.
Por otro lado le parecía extraña la actitud que observaba en Frank Zampolit desde hacía unos metros. Miraba a las dos cimas con los ojos como platos, como si no comprendiera que diablos estaba haciendo allí. No podía imaginar ni minimamente que el que trataba de ascender a duras penas a su lado no era su hermano Frank, cuando de buenas a primeras se le fue la cabeza y perdio la consciencia...
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Frank Zampolit trataba de hacer una composición de lugar mientras daba vueltas a esa pista de tartán. Por alguna extraña razón ya no se encontraba de barro hasta las rodillas y ya no iba en bicicleta. Por alguna extraña razón llevaba una camiseta de Italia y daba vueltas a una pista. Por increible que pudiera parecer le parecía estar en Japón y no sabía por qué, el público e incluso los propios atletas le llamaban Salvatore o incluso Totò. Trataba de buscar respuestas en las pantallas gigantes del estadio pero todo lo que veía estaba escrito en japonés. Pero había números... podía leer los números... 08-26-1991... eso era una fecha, ¡de hacía 19 años! Un escalofrío recorrió el espinazo de Frank Zampolit Antibo Schleck.
Tiró de recuerdos y se vio a si mismo en su casita de Luxemburgo con 11 años viendo por la tele unos mundiales de Atletismo en Tokyo. Era la final de los 10000 metros y un italiano pequeñito se había propuesto derrotar a las tropas africanas. La carrera estaba siendo espectacular y en cabeza se alternaban una pareja de keniatas, un atleta marroquí y el italiano. En el jardín de casa, su hermano pequeño Andy daba patadas a un balón de fútbol, totalmente ajeno a la situación. Frank se recordó a si mismo pegado a la pantalla del televisor, totalmente hipnotizado por la gesta de aquel italiano, cuando de repente, a mitad de carrera, el ritmo de Salvatore Totò Antibo se vino abajo. Inexplicablemente comenzó a correr más y más lento y los atletas comenzaron a rebasarle, algunos dándole ánimos. Antibo parecía ido, perdido. Parecía estar sufriendo un serio incidente.
Frank supo entonces, 19 años después, que él había sido el causante de ese Incidente.
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Andy Marqués vio que el barro de la calzada había desaparecido. De hecho no había carretera, el suelo era verde, había cesped. Ya no montaba una bici, ya no había cimas que ascender. El barro había desaparecido, ¿había desaparecido? No, seguía presente disperso en sus dos brazos. "Un momento, esto no es barro... ¡Coño!, ¡si soy negro!". Efectivamente, Andy era negro, no como un tizón pero si como un carajillo de Carlos III. Vio que su maillot había sido sustituido por una horrenda prenda de colores azules y rojos que incluso parecía irritarle la piel. Estaba en un estadio de fútbol que no acertaba a reconocer. En todo caso no correspondía a ninguno de los equipos de su querida Bundesliga. Miró a su alrededor y a sus espaldas tuvo una visión mágica. "Dios mio, ¡es Michael Laudrup!", sin darle tiempo a reaccionar ya que lo primero que pensó fue en ir a presentarle sus respetos y pedirle un autógrafo, recibió un increible pase del mago danés. "Se supone entonces que esto es un partido de fútbol, tendré que meter el balón en la portería". De manera poco ortodoxa alzó su pierna derecha y aprovechó el fantástico pase de Laudrup para meter un gol de bandera. Mientras alzaba los brazos, porque era lo que se suponía que debía hacer, pensó "¿Dónde coño estoy? ¿Y por qué soy negro?"
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Desmond Kosovo Cavendish abrió los ojos. Bañado en sudor y con el pulso acelerado. Había tenido una pesadilla. Evidentemente se encontraba en la casita de "la puta de Vilna" y había soñado cosas raras. No volvería a meterse EPO nunca más, le estaba afectando de mala manera. buscó con la mirada los posters colgados de la pared de la habitación para sentirse más seguro y saber que estaba a salvo. Y lo que vio le estremeció. Presidiendo la sala, un poster de Hulk Hogan tamaño natural, un cartel de cine en el que se adivinaba que correspondía a la serie estadounidense"Walker Texas Ranger", un cuadro de un sitio como de interior , con montes y algún árbol y un poster a su lado en el que figuraba en grande el lema "Vulca el báter en La Almunia". El escotokosovar a pesar de no conocer la lengua de Cervantes podía leer estas palabras, y comprenderlas, sin ningun problema. Incluso el sentido metafórico de una expresión muy avanzada para un castellanoparlante. Al otro lado de la habitación, montañas de latas de conserva vacías. Literalmente, montañas, sin orden ni sentido. O al menos, el orden o el sentido que pudiera darles un ser que se ha levantado con mucha hambre a media noche. Con ansia viva. Al frente una televisión. Encendida. Podía distinguir el símbolo del canal "Caza y Pesca" en su esquina superior derecha. "No, otra vez, no"-pensó Desmond- El programa, una interesante exposición acerca de las costumbres de apareamiento de la caballa islandesa. A Desmond le dio por levantar su mano derecha. No le gustó lo que vio. Un yogur de fresa haciendo poceta para albergar un borguil de ¿ketchup?, ¿en su mano?. Cuando miró más para abajo, lo que vio no era de este mundo. El frontal de sus calzoncillos albergaban una densa mezcla de leche y limonada. A buen seguro por detrás habría una buena chocolatada. Desmond se revolvió en la cama, busco una luz que alumbrara ese sindios. Encontró torpemente una lámpara de mesilla. Al lado de la lampara había una foto. Lo que vio en la foto. Mejor dicho, a quienes vio en la foto no le gustó nada de nada y le hizo comprender donde estaba y, todavía no sabía por que maldita razón y lo que era mucho peor, en el cuerpo de quién estaba.

jueves, febrero 04, 2010

Le Grand Ballon y Le Ballon d'Alsace

En capitulos anteriores: inopinadamente se organiza una Paris-Tombouctú-Roubaix en pleno mes de enero. Pese a las numerosas bajas, Andy Marqués Schleck y Frank Zampolit Schleck se toman esta prueba como más que un entrenamiento. El pelotón se dirige raudo y veloz hacia dos colosos alsacianos. La Negror marcará quien es el más fuerte. O no.
La carretera embarrada no era lo que más preocupaba a los hermanos Schleck. Siempre les había gustado ascender esa pareja de puertos. Le Grand Ballon y Le Ballon d'Alsace constituían uno más de sus mitos anclados en su destartalada mente, pero esta vez estaba resultando un tour de force de proporciones que se les escapaban de las manos. Parecía como si las dos montañas se acercasen hacia ellos, como si la bicicleta, por mucho que se cimbrease, se agarrara y se agarrara cada vez más fuerte a esa carretera rugosa y enormemente embarrada.
-¿Cómo vas, Franckie?
-Jodido, esto no puede estar pasando, Andy.
-Toma líquido, te ayudará a subir mejor.
Por detrás distinguían a Desmond Kosovo Cavendish y algo más adelantado a Thomas "el Grisnell" Lockvist, quién iba, por momentos, con la bici al hombro, de barro hasta las rodillas y con una sonrisa de oreja a oreja.
Frank pegó otro arreón, miro hacia arriba, a la cima. Mejor dicho, a las dos cimas. No se lo creía, no podían ser tan bonitas. De repente perdió la visión de lo que estaba a su alrededor. Tuvo una especie de fundido en blanco. Ya no estaba allí, o mejor dicho, ya no era allí.
Miró otra vez a su alrededor y descubrió que ya no estaba su hermano, no solamente eso sino que estaba rodeado de negros. Atletas. Sí, eso eran, eran atletas africanos. "¿Y yo?" penso Frank. Se miró hacia abajo, estaba corriendo,ya no llevaba bici. Portaba un dorsal en el pecho y a la izquierda una especie de escudo. "¿Italia?", ¿qué coño es esto?". Descubrió que delante de él viajaban tres ¿keniatas? y estaba dando vueltas a una pista. Había gente en las gradas, mucha gente y a su paso podía ver banderas italianas que ondeaban. El público era en su mayoría "¿chino, o japonés?" pero entre ellos había exaltados que se levantaban a su paso y le gritaban "¡Totò! Anviamo, ¡sei grande!". Frank Schleck, o quien diablos fuese en ese momento y en ese lugar, no entendía nada.
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Desmond Kosovo Cavendish ascendía el puerto a otro ritmo. No era su día y por eso se había permitido el lujo de disputar la carrera con su compañero Canaletto a un nivel competitivo más sosegado. Incluso habían tomado alguna ruta alternativa por la zona del Col du Tourmalet, pico al que solía ir muy a menudo con su amigo Frank Schleck pero que ya no frecuentaban tanto juntos desde hacía un tiempo. De hecho aquel mismo día, Desmond le comentó la posibilidad a Frank de desviarse hacia el Tourmalet. "Ni de coña", le había respondido, "yo subo al Ballon d'Alsace directo y luego lo bajo y lo vuelvo a subir si hace falta". A Desmond le extrañó porque Frank había sido un fanático del Tourmalet, pero no se lo tuvo en cuenta.
Por como estaba ascendiendo aquel puerto, el Tourmalet, fue por lo que se asustó. Si hubiera ido a tope como en otras ocasiones, hubiese entendido esos mareos y esa visión borrosa, pero en esta ocasión, le resultaba extraño. Muy extraño, tanto que le pareció perder el conocimiento. Al recobrar la consciencia se descubrió tumbado en una cama, en una habitación, a oscuras.
"Bufff! joder, que pelotazo. Creo que se me fue de las manos!" fue lo primero que pensó Desmond pensando que debía haber perdido la consciencia en plena ascensión, victima de las sales y las glucosas sin duda, y debía haber sido evacuado en ambulancia a casa de su amigo Raimondas "la puta de Vilna" Rumsas, que tenía una casita en Arreau, cerquita de la cima. Pero algo no le cuadró. Los habituales posters y cuadros de ciclistas que colgaban de las paredes de la habitación de Raimondas no estaban. En su lugar había un poster de Espinete tamaño natural, un cartel de cine en el que se adivinaba que correspondía a la película española "El Sur", un cuadro de un sitio como con playa, con palmeras y un poster a su lado en el que figuraba en grande el lema "Disfruta Las Palmas". El escotokosovar a pesar de no conocer la lengua de Cervantes podía leer estas palabras, y comprenderlas, sin ningun problema. Al otro lado de la habitación, montañas de latas de cerveza vacías. Literalmente, montañas, sin orden ni sentido. O al menos, el orden o el sentido que pudiera darles un ser del Inframundo. Al frente una televisión. Encendida. Podía distinguir el símbolo del canal "Caza y Pesca" en su esquina superior derecha. El programa, una interesante exposición acerca de las costumbres de apareamiento del rodaballo noruego. A Desmond le dio por levantar su mano derecha. No le gustó lo que vio. Numerosas excrecencias y excreciones poblaban esa mano, ¿su mano?. Cuando miró más para abajo, lo que vio no era de este mundo. Las fuentes del río Brahmaputra eran menos caudalosas que la constelación de fluidos que cubrían su entrepierna. Desmond se revolvió en la cama, busco una luz que alumbrara ese sindios. Encontró torpemente una lámpara de mesilla mostosa, ambas dos, la lámpara y la mesilla y encendió una tenue luz. Al lado de la lampara había una foto. Lo que vio en la foto. Mejor dicho, a quién vio en la foto no le gusto nada de nada y le hizo comprender donde estaba y, todavía no sabía por que maldita razón y lo que era mucho peor, en el cuerpo de quién estaba.
(Continuará...)