Más vale honor sin gloria que gloria sin honor. A fin de cuentas el fútbol se supone que es un juego y anoche se vio una de las mejores prórrogas que uno recuerda, y eso es lo que cuenta. Que carajo, gracias a los dos, Bayern y Getafe, por el espectáculo ofrecido.
Aunque hoy algunos nos hayamos levantado siendo un poquitín menos del Bayern gracias entre otros a ese gigantón impresentable que metió los dos goles, hay que reconocer que estos alemanes son tozudos cual buco y derrotarlos es una tarea harto complicada. Me consoló el gesto compungido de Karheinz Rummenigge dando la mano (o el pésame) a los directivos del Getafe como un buen caballero alemán. Porque al igual que hizo Max Von Sydow cuando Pelé marcó aquella chilena en el Mundial del '42, reconoció que lo que acababa de ver había sido una proeza. No como el orangután albino que el club muniqués tiene por guardameta (en su día el mejor del mundo, hoy un zamueco con zapatos) el cual tiene ya unos ademanes muy próximos al Chuache del Informal con quien sin duda tiene lazos de cosanguinidad visto su parecido mandibular. En otros tiempos Harald Schumacher en la misma jugada en la que subió Kahn a rematar en el último suspiro, o bien hubiera incrustado su rodilla en la cara de algún defensa (si se hace falta, se hace con dos cojones) o bien tras ver como un spagetti chuloputas marcaba el gol de la "victoria" (en el caso improbable de que hace 20 años a un italiano le hubieran dejado jugar en Munich, al margen de Rizzitelli) hubiera bajado el puto testuz maldiciendo a ese hijolagranputa venido de las márgenes infectas del Po y hubiera regresado a su campo sin ningún tipo de alaracas abrazandose con su pareja de centrales (que por supuesto no serían ni brasileño, ni argentino). Al término del partido hubiera seguido con el gesto hosco hasta adentrarse en el vestuario donde hubiera soltado una estentorea pozalada de mierda y se hubiera crucificado mil veces por hacer el puto ridículo en ese partido.
Pero no. A punto estuvo, pero no. El flainismo tecnogay hijodeputa estuvo a punto de ser derrotado anoche pero no. Y es por eso que todos estos flainas del Bayern (quitando a Ribery, a Bastian el cuidador de cerdos, y... y... y vale. Ah, sí, y a Philip Lahm y Miroslavo te la clavo Klose) liderados por el chuloputas y flainas nº 1, Luca Toni se alegraron y ¡mandaron callar! al público después de pasarlas putas contra un equipo de mardanetes durante 115 minutos. Intento imaginar la misma situación en el Pabellón del Parque de Huesca en una hipotética eliminatoria de Copa Korac entre el Peñas y pongamos por caso, el Aris de Salónica y esos griegos acaban crucificados en el cerro de San Jorge.
El Getafe. Un equipo de pueblo con jugadores bregados en la 2ª B y 3ª, aspirando todos los domingos vaporadas de pacharán y faria en esos campos de Dios, y con más cojones que el caballo del Espartero. Con cuatro jovencicos bien apañaos para apuntalar el equipo, de estos que estorban en el Madrid porque sale más rentable fichar a Gago por 20 millones que foguear a De la Red, que por eso Mijatovic no se lleva comisión. Y vale. No tiene nada más el Getafe. Bueno sí, a Casquero, a Belenguer y a Cortés, que en cualquier país decente del Mundo serían titulares en la selección nacional, menos en España, país que se encuentra invadido por el flainismo tecnogay futbolístico desde el 1992 o por ahí. Como nos va a representar un mardanete del Getafe teniendo a Marchena, Juanito, Senna y esa larga lista de flainas a los que les pagamos religiosamente cada dos años un mes de piscinas, campos de golf, saunas, putas y eunucos para que palmen como Felipón en primera ronda.
La Güefa es la patria de esa España futbolística preflainas, en la que se echan los cojones encima de la mesa y siempre nos los acaban cazando con un cepo para onsos. Pero que importa! Espanyol, Alavés, Getafe... todos nos ilusionaron en su momento con sus gestas y todos tuvieron la gloria en la punta de los dedos. Valen más esos momentos que todas las Copas de Europa del mundo. Gracias, Getafe.
1 comentario:
Maravillosa crónica, no hay nada más que hacer que quitarse el sombrero, saludar a las señoras de sus respectivas y retirarse cortésmente a mis aposentos.
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