De esto que voy a contar en esta ocasión debe de hacer algo así como 10 años que es justamente el tiempo que llevaba sin que me ocurriese algo parecido a lo que me pasó ayer por la noche. Uno llega a casa a las tantas de la madrugada, mete la llave en la cerradura y comprueba que han cerrado por dentro y se han dejado la llave puesta. Y uno no puede entrar. Y tiene que llamar y/o aporrear la puerta. Y esta noche me ha vuelto a ocurrir así es que me he acordado de toda esta historieta. Ahí va...
Corría la semana santa de 2002 o por ahí y yo, el zampolit, me encontraba en la biblioteca de Nieblavilla (lugar que también he pisado esta semana, tócate los cojones) haciendo ver que estudiaba algo de Prostitución Técnica junto al Kaiser Cagón que hacía lo propio con alguna asignatura de Administración y Hundimiento de Empresas y junto a uno de los miembros más efímeros de la plantilla del Buco, Frai que se esmeraba en su licenciatura de Física Inservible del Universo. Este último recibió un mensaje por el móvil y me hizo un gesto para salir afuera a charrar.
"Que dice Patxi Panizo que mañana tiene que bajar a Chepilandia para llevar a su madre a la estación de autobuses a que coja el coche de línea para Bilbo Herría"
¿Y qué?, respondí yo. El plan del puto Frailecillo era bajar a Chepilandia a pasar el día. Dadas las circunstancias, chupando del bote en casa, me parecía un poco jeby marchar el jueves de pascua a tocarme la güebada. Frai mantenía que él iba a aprovechar el viaje y que ya se quedaría allí "para estudiar". El Kaiser se mantenía al margen, seguramente tendría que llevar al día siguiente con su padre alguna nevera a vete tú a saber dónde.
Y entonces, para convencerme, Frai utilizó un argumento que, a) ni ahora me imagino que osase utilizar y b) en caso de hacerlo lo mandaría a tomar pol culo.
Me dijo que, aprovechando que ese mismo día era el concierto de los críos de Operación Triunfo, lo mismo nos acercábamos al evento a alparcear. Sí, lo reconozco, es muy triste que te intenten convencer con ese argumento y aun es más triste que lo consigan. En esos tiempos teníamos esos extraños vicios y nos tragábamos aquel, lo que fuera, todos los días. En nuestro descargo hay que decir que el vicio no venía tanto por la calidad artística de los participantes sino por las cualidades de las cantantes.
Así es que llegué a casa y argumentando que al día siguiente me bajaba a Chepilandia "a hacer un viaje de ropa para no ir tan cargado el próximo domingo" mis padres me dijeron que ya les parecía bien. Cuando están curados de espantos gracias a tus hermanos mayores hacer estas jaimitadas resulta más sencillo.
Al día siguiente, a eso de las 11 de la mañana la madre de Panizo ya estaba empaquetada rumbo a Euskal Herría y nos quedaba un bonito día para tirar a la basura. Primero creo recordar que fuimos a un taller de coches a que a Panizo le tunearan parte del coche. Del todo surrealista. Creo que esas pichorras aun las lleva en el coche pero no me lo imagino ahora ni chafando la mañana con esas historias ni a nosotros acompañándolo a ello.
Tras maquear al Coupé nos fuimos a comprar la comida y marchamos a casa de Frai. Es acojonante como me puedo acordar de todas estas chorradas, pero el menú consistió en pollo del Guissona, patatas fritas y vino tinto del Galerías Primero, todo ello amenizado por la película "Robin Hood". Tras varias partidas al hijoputa, a eso de las 5 de la tarde se decidió bajar al pabellón del Borboncito, lugar donde se celebraba el concierto-aquelarre.
Mientras jugábamos, eso sí, Frai le grabó a Panizo una serie de CD's para el coche. Al bajar e ir a ponerlos en el cargador, Panizo descubrió que no le cabían. Y comenzó a hacer tría de lo que llevaba. Tres o cuatro salieron del cargador por la vía rápida, pero con uno Panizo se ensañó especialmente. Se trataba de un disco de Pepsi, el Kaiser sabrá de cual hablo, cuyo mayor éxito era una de las canciones de Marylin Manson. A partir de este punto pueden ustedes calibrar el tipo de puta mierda con la que se encontraba Panizo en las manos. Sin dudarlo ni un momento, y plenamente consciente de ello pues antes de proceder dijo claramente "Buenooo, el puto CD del Kaiser", dibujó un arco con su brazo derecho al tiempo que exclamaba un "A tomar por culo" justamente cuando el Cd salía disparado surcando los cielos. Para cuando le quisimos preguntar que qué hacía el disco ya había alcanzado el firme del suelo y rebotaba escascarillado ante la mirada de un cánido. Argumentando que era de propaganda, Panizo legitimaba su acción. Le recordé que yo había visto cómo el Kaiser compraba aquel excremento músical justamente cuando el CD traspasaba la verja de una casa en la linde del Güerva. Panizo, con buen criterio, dijo que le daba lo mismo. Que aquel disco era muy malo.
Llegamos a las inmediaciones del Pabellón del Borboncito y a mí se me ocurre preguntarle a Frai por el Nacho, uno de sus compañeros de residencia. Y Frai pensó que podía estar presente por aquel barrizal y decidió llamarle. Y resultó que sí que estaba y que tenía entradas y le sobraban.
El tema era que el padre de este gacho tenía un concesionario de la marca de autos que patrocinaba a la banda esta de OT. Y aparte de entradas por castigo le habían dado unos pases VIP. No recuerdo por qué, resulta que el gacho rechazó el que nosotros nos quedásemos con las entradas normales y nos dio los pases VIP. Cuatro pases que tuvimos que recoger de manos de un tipo un tanto extraño que trabaja de cronista musical en el periódico, el Petardo de Zaragón. Al evento se apuntó una de las cuñadas de Frai que dio algo de empaque al grupo ya que nosotros tres íbamos en chandal y sin afeitar. Teniendo en cuenta que el resto de las 10 mil personas que pululaban por ahí eran crías de 15 años pa abajo, padres, madres y poco más, cantábamos bastante...
Nos habían dicho que teníamos que entrar por una puerta en concreto así que para allá fuimos. Nos plantamos delante del segurata y le dijimos que nos dejase pasar. Teniendo en cuenta que allí tras las vallas debía haber como 300 crías sin exagerar intentando entrar-colarse, la escena era berlanguiana totalmente. El segurata nos miró de arriba a abajo, valoró la posibilidad de que fuéramos a perpetrar algún tipo de atentado y llamó a un compañero.
Llegó el segundo segurata y acto seguido una tercera. Nos preguntaron algo así como "¿De parte de quién venís?". Entonces caímos en la cuenta de que nos habían dado unos pases cualquiera ya que en la pegatina, que llevábamos en el pecho, ponía "PERIODISTA". El segurata lo había visto desde el principio pero dadas nuestras pintas no se fiaba un pelo, tras contarle la historieta y dejar que llamara incluso al contacto que nos había proporcionado los pases nos dejó entrar no sin antes advertirnos de que "a la mínima, os vais a la puta calle".
Cruzamos un pasillo, otro más y llegamos a una especie de zona de vestuarios. Allí no había ni dios. Ya verás, que nos han engañado... Mientras uno alparceaba por un lado y descubrió que estábamos justo detrás del escenario en el sitio por donde subían a él, otro descubrió que con unas mamparas estilo a las que usan en los hospitales había una especie de corraleta al lado nuestro en la que estaban todas las zagalas de OT aparte del Bustamante, el Bisbal y toda esa farándula. Estaban dentro con gente que tenía un pase VIP como dios manda...
Justo cuando nos íbamos a meter ahí dentro con dos cojones llega uno de organización. Que qué hacemos ahí. Que llevais acreditación de periodista y que ahí no podemos estar (¿¿¿¿????). Vale, que ahora nos vamos. Marcha el gacho y no le hacemos ni puto caso. En ese intervalo las zagalas de OT se han salido de la corraleta por otro lado y ya no las podemos ver. Pasa alguna bailarina, algún vividor de la tele. Llega otro gacho. Que qué cojones hacemos ahí. Que marchemos de una vez. Se va, no le hacemos ni puto caso.
La gente con pase VIP comienza a salir hacia la parte del escenario, va a comenzar el concierto. Nosotros nos quedamos ahí, con dos cojones. Llega un tercer gacho. Antes de que abra la boca o nos pegue con la porra saltamos la valla y nos metemos a la zona del concierto. Acto seguido salen las zagalas de OT al escenario con el Bustamante y compañía.
Total, que ahí estuvimos en primera fila y haciendo viajes a la barra del bar donde debíamos ser de los pocos que se echaban litros de cerveza. Todo muy maziello en un ambiente muy poco maziello.
Acaba el concierto (en su día a lo mejor me hubiese explayado pero actualmente no es que me sienta muy orgulloso de haber asistido a semejante espectáculo) y salimos para fuera en estado de embriaguez. Así es que se decidió acudir a ese antro al que todas las semanas jurábamos no volver a entrar y al que todas las semanas volvíamos para echar cervezas ambar como si se fuese a acabar el mundo. El Chelus.
Y de ahí creo que fuimos a la Zeta a terminar la noche. El resultado fue que Frai se había marchado un rato antes a casa. Recordemos que había bajado a Chepilandia "a estudiar". Por nuestra parte Panizo y yo habíamos llamado a casa antes del concierto avisando de que subiríamos al día siguiente.
Y ahora viene lo grueso, porque con los años lo verdaderamente recordado de este día pasó paulatinamente de ser el concierto de los cojones a ser lo que a continuación voy a relatar.
4 de la mañana. Frai ha marchado a dormir. Como es lógico y normal, Panizo y yo decidimos ir a dormir a mi casa de Chepilandia. Llegamos al portal y procedemos a la apertura del mismo. No conlleva ninguna dificultad y/o incidencia digna de ser contada. Llegamos al Principal. Sin incidencias. Procedo a insertar la llave en la cerradura de la puerta del piso. La llave entra pero no gira. Hay una llave metida por dentro. Cagamiento en los cielos mascullado entre dientes.
Hago un segundo intento como se suele decir, pa por si acaso. Miro arriba a la letra de la puerta, miro a la derecha al cartel del rellano. Me cercioro, Principal Izquierda. Correcto. Panizo, plantea la posibilidad de que nos hayamos confundido de piso y/o planta o incluso de portal. Vuelvo a mirar ambos carteles. La respuesta es no.
No obstante bajamos a la puerta del portal, salimos a la calle y hacemos todo el proceso antes descrito para que Panizo no dude. Estamos jodidos, ¿qué hacemos? Se plantea la posibilidad de ir a casa de Frai y despertarlo para que nos deje dormir en su casa. Esa opción nos costaba 3 minutos de reloj pero nos dejaba serias dudas en cuanto a qué lugar del mismo Infierno podíamos ser enviados en caso de ejecutar dicha opción. Y entonces recupero la noción de lo que está pasando. Estoy intentando entrar a MI casa y me estoy planteando ir a tocar los cojones a otro porque no puedo entrar en ella. Y decido que si a alguien voy a tocar los cojones es al/los/las incautos/as que han cerrado con llave por dentro.
Panizo, muy mirado para esas cosas, me insta a no hacerlo, que podemos llamar por teléfono a Frai, que igual está despierto, que patarrín, que patarrán, que ya es mala suerte, que siendo vacaciones le podía pasar a cualquiera, que quién iba a pensar... le respondo que sí, que me parece muy bien pero que yo esa noche duermo en MI casa.
Así es que repito por tercera vez el proceso antes descrito, me planto delante de la puerta y preto el timbre que, evidentemente, retumba en toda la escalera. Panizo me intenta convencer por última vez, a lo que respondo que si alguno de mis compañeros de piso está dentro mancillando con quien sea me la trae al pairo, que tengo sueño y me quiero ir a dormir. Ahí dentro no se ecucha movimiento y el ruido del timbre es tan desagradable que dudo si no estaré despertando al resto de la escalera.
Decido bajar a pretar el timbre del portal, es más silencioso pero después de un rato ahí tampoco respira nadie. Teniendo en cuenta que llamar a la puerta del piso tiene la ventaja de que te pueden ver por la mirilla y reconocer sin contestar, decido hacer por cuarta vez el proceso antes descrito y nos plantamos otra vez ante la puerta de, recuerdo, MI casa.
Preto el timbre ya sin ningún tipo de contemplación. Puede ser que incluso le meta algún chapazo a la puerta. Tras varios minutos se escucha la llave girar por dentro. La puerta se abre y entonces contemplamos dos caras que mezclaban el sueño y el pavor a partes iguales. Se trataba de uno de mis compañeros de piso y de su madre, ambos en pijama, como es normal a las 4 y, calculo yo y media, y con el susto en el cuerpo.
"Hemos escuchado ruidos en la puerta y pensábamos que eran ladrones, estábamos asustados"
Yo que a esas alturas de la película estaba muy cabreado, aparte de que aun me duraba algo del cebollazo que llevaba encima, hice caso algo omiso a las explicaciones que me intentaban dar y comencé a cruzar el pasillo hacia mi habitación.
"Que hemos venido a comprar, se nos ha hecho tarde y nos hemos quedado a dormir, ya nos ha extrañado que estuviese tu bolsa encima de la cama, ya. Pero quién iba a pensar..."
Como no llevaba la cabeza para muchas conversaciones les dije que no pasaba nada y que perdonaran por la escandalera. Justo cuando entraba a una de las habitaciones para meter ahí a Panizo me di cuenta de que ahí estaba durmiendo la hermana de mi compañero. Así es que al final Panizo y yo nos metimos en mi habitación, tras dar las buenas noches, por estar el resto ocupadas.
A la mañana siguiente cuando nos levantamos ya nos habíamos quedado solos en el piso y no pudimos por más que ir a llamar a Frai "que se supone que estaba estudiando" para contarle la peliculeta. Evidentemente de este último hecho se habló, pero de lo que más se comentó fue del concierto de los cojones.
No sé por qué será, si porque esta noche me ha vuelto a pasar o por qué, pero resulta que al cabo de 10 años cada vez que recuerdo aquel día me viene antes a la cabeza la historieta de la llave que los gorgoritos del Bisbal...