Cuando el ciclismo todavía no era una puta mierda...

Cuando el ciclismo todavía no era una puta mierda, podían ocurrir cosas como esta. En el sacrosanto año del Señor de 1992, todavía no existían los putos pinganillos de los cojones, invento satánico (el ciclismo debería regirse por los principos básicos del culto amish y menonita, Floyd Landis bien lo sabe) que, como no, tuvo que traer el equipo Motorola de las santas pelotas de la figura más asquerosa que ha pululado, pulula y esperemos no pulule durante mucho más tiempos en el mundo del ciclismo, el hijo de la gran puta de Lance Armstrong. Si todo esto es óbice para que nos chapen el blog por insultar a ese bastardo, habrá conseguido algo que ni el mísmisimo Opus ha logrdo, pero me da igual...
Como decía, y repito, en el sacrosanto año del Señor de 1992, el señor Eric Boyer (diría que es él, aunque Bruno Cornillet tiene algún número en esta quiniela) pudo permitirse el lujo de tocarle el culo a semejante moza recia sin menoscabo para su persona. Seguramente su director deportivo no se enteró de la tropelía de su pupilo porque su coche no llevaba tele, tampoco le podría haber reprendido la acción, porque su corredor no llevaba un puto pinganillo. Rodríguez Magro podía lucir su calvorota muy dignamente y no tenia que taparla con un horrendo casco, si venía al caso como el señor del Panasonic, se podía llevar una gorra estilo agroman para tapar el perolo. En otro orden de cosas, el señor líder reía la ocurrencia del señor Boyer y no era un chulo engreido e hijoputa. Y que coño, no era yanki (sé que Armstrong todavía no es el líder de la carrera que se está perpetrando estos días, pero lo de Nocentini ha sido abducido por la conflagración Bruynelística Promancillación y aflainamiento del Ciclismo, está muy claro, todo sigue un guión muy bien estructurado, estilo el Diario de Patricia, lo único que podría sorprenderme en toda esta historia sería un final a lo Tom Simpson en Mont Ventoux) porque ciclsitas de allende los mares había cuatro y el de la guitarra y resulta que eran colombianos y estaban zumbados de la puta cabeza. Luego aparte había un mexicano que se llamaba Alcalá que fue una eterna promesa y cuatro americanos contados que eran gente de buen corazón como Andrew Hampsten y Greg Lemond que estaba y sigue pirado. Pero nada más... ni kazajos, ni hijoputas. Al señor Bruyneel ya le había dado la patada Monsieur Criquelion, por qué sería, y se arrastraba como la serpiente que es con la Organización Nacional de Cabrones Españoles de Manolo Saiz. He dicho que no había kazajos, pero hijoputas sí que había, sí...
Pero eran otros tiempos...



Los tiempos en los que comentaba el dúo Pizarro&Gónzalez (descanse en paz, Don Pedro). Tan fenomenales resultaban los comentarios del segundo como malos y carentes de fundamento del primero que al poco fue desterrado por TVE a comentar el fútbol sala. Antes le dio tiempo a ser merecedor de que alguien de buen corazón clavase esta pintada en el lugar preciso en el momento preciso (recordad que la casualidad no existe) para que Don Pedro Gónzalez se espichorrase al leer un claro y ostentoso "Pizarro no tienes ni puta idea" en la carretera. Tremendo. Y yo lo vi en directo, y ya solo este momento vale más que tres de los siete Tours que tiene el maldito Hombre Cerdo.



Los tiempos en los que el Gitano hacía de las suyas. Se pegaba escapadas de 200 kilómetros para darle buenos meneos a la General y para hacer grande al Ciclismo. Los que lo vieron en directo llegar a la meta de Sestriere apuntaban que por encima de la inmensa emoción que les provocó ver como un italiano triunfaba en suelo transalpino en la etapa reina de aquel año, un fuerte hedor lo envolvió todo acompañado de los gritos de dolor de un hombre que no paró ni para mear ni para cagar (con perdón) para alcanzar la Gloria aquel día. Una gloria que ni en el mejor de los sueños alcanzarán algunos de los sarnosos que se permiten el lujo de llamarse a si mismo ciclistas y que perpetran cada día la broma llamada Tour 2009.