miércoles, diciembre 28, 2011

El año del Maziello

Buenas, muchos pensarán que esta blog estaba muerta pero aquí estoy yo para desmentirlo. Si no se ha escrito desde hace un tiempo se debe a dos factores.
Primero, a que yo no lo he hecho y el resto de satélites que frecuentan/frecuentaban esta blog son más perros que Niebla e incapaces de perpetrar una entrada en ella.
Segundo, como diría mi hermano el mediano, no me ha rotao, usease, no me ha salido de los güevos y tampoco ha habido nada digno de contar como para interrumpir la faena que tengo ultimamente.
Pero los hechos acaecidos de una semana a esta parte me obligan a perpetrar nuevamente en esta blog para haceros partícipes del pensamiento que me embarga desde el día 22 de este mes. Así como la cultura china tiene años de la cabra (el mío por ejemplo, no comment), el cerdo y hasta la rata, creo que el año 2012 va a ser... el año del Maziello!!!

Fíjense ustedes que conforme nos acercamos al 2012 se van sucediendo una serie de acontecimientos que así parecen confirmarlo. Además según los mayas este es el año del fin del mundo, totalmente normal si se trata del año del Maziello, imposible que llegue a fin. Si un buen maziello es capaz de fundirse la cartera larga todos los fines de semana, para una vez que le dedican un año lo tiene que espiazar seguro.

En deportes por ejemplo, los tres equipos más representativos del mundo maziello (al Zirigoza no lo cuento), a saber, los de Güesca,

El Balonmano, sube a Primera y no solamente no va último sino que el otro día casi empata en casa de los cheposos. Y espera, que en cuanto entre en 2012 se va a poner en órbita.

Los del Baloncesto (que a cada año le cambian el nombre), el otro día ya le cascaron en casa a uno de los gallitos de la competición. Estos seguro que se meten en los playoffs y entonces trasladarán la sede de juego al pabellón del Parque permitiendo claro está, fumar puros y echar pacharanes como si se fuera a terminar el mundo.

Y los del Furbol. Empezaron bien mal la temporada pero conforme se acercan al año Maziello se están convirtiendo en unos titanes. Lo mismo llegan a junio y a alguno lo convocan para jugar con la selección, al tiempo.

El día 22 de este mes, pega el petardazo y no sólamente cae el Gordo en la provincia sino que también toca un tercer premio y un quinto de la Lotería de Navidad. Mazielloland (dícese del páramo que va desde los Monegros hasta la Jacetania) es ahora un territorio en el que si en algunos pueblos ya tenían tierras, tocinos, tractores y rotovatores por castigo ahora van a tener todavía más.

Quizá mucha gente no vea signos claros en estos hechos, en cualquier caso me han servido de entradilla para mostrar al mundo los escalofriantes hechos acaecidos en el día de autos del 25 de diciembre. En dicha fecha, en las casas normales, se suele comer y lifarear para celebrar la llegada del niño Dios, del anticristo Satán, por ser Hannuka, el Natalis Solis Invictus, o directamente porque sale de los huevos.

Previamente, el día 24 se ha cenado como si se fuera a terminar el mundo y además existiese una especial inquina y animadversión hacia dos especies animales, el langostino y el bacalao, y toda la familia se esforzase por eliminar de la faz de la Tierra todo vestigio de estos animales. Lo que un buen maziello no sea capaz de deglutir durante la cena por estar en estado de vómito inminente, lo hará sin dudar al volver a casa tras haber salido a dar una vuelta, beberse diez pacharanes para bajar la cena y atracar la nevera de madrugada comiéndose los langostinos sin pelar hasta que una nueva arcada haga aparición.

Tras levantarse el 25 por la mañana, mejor o peor, el buen maziello vuelve a tener gusa. Esa creciente sensación de que una fuerza de la Naturaleza, una caja de Pandora, ha sido abierta la noche anterior y para calmarla necesita más y más y más. Se sentará a la mesa, le sacarán otra vez comida hasta que las tripas se le repreten y deba hacer una de esas visitas al inodoro, eternas visitas, en las que uno no sabe si tendrá que quedarse allí a dormir.

Pero al fin termina, y decide salir de nuevo de casa para bajar la comida. Entre pitos y flautas, los regalos de Navidad, de Hannuka, o de lo que sea, y las interminables visitas al baño, nada más poner el pie en un bar al buen maziello le entra otra vez hambre. Y comienza a reclutar a sus iguales para acometer la nada fácil tarea de buscar un sitio donde cenar.

Y he ahí donde estriba la primera dosis de Hijoputismo Ilustrado. Como bien nos dijo un hombre de bien hace unos años "con lo bien que estariais en casa, cenando los canalones que han sobrado de la comida y teneis que ir a hacer el cabrón a un bar". Pues eso...

El caso es que al final se conforma un cuarteto para llevar a cabo la tropelía. En otros tiempos este grupo hubiese sido más nutrido, en otros tiempos hubiese sido más esquifido. Éramos los que éramos, no le daremos más vueltos. El caso es que, el Marqués del Mundo al revés, la Alimaña Azucarera, su hermano, bautizado aquella noche como la Zarigüeya (Azucarera también) y yo mismo nos dirigimos a cierta cafetería donde hace tres años nos pretamos las sobras de la comida de Navidad (chuletones, pavo guisado, solomillos al roquefort...) para ver si este año teníamos la misma suerte.

Nada. Aquello sacaba pintas de cerrar pronto y no había mucho ambiente de cena. De todas maneras recuerdo como la Zarigüeya (el hermano de la Alimaña por si no ha quedado claro) me dice algo así como "tú estás mal de la cabeza, ¿el menú de navidad te quieres arrear? yo me apreto un bocadillo y voy que ardo".

Por si acaso expreso mi total negativa a cenar de bocadillo en tan señalada fecha y teniendo canalones esperando en casa (hace dos años la misma panda de maziellos cenó de pizza, pero ese día hubo mosquitos con 90 de pecho y perros con caparras en las tripas, se podía tolerar) y nos encaminamos a probar a la carretera Graus a un par de establecimientos. Nada, cerrados. No obstante, de camino la gente ya fantaseaba con la posibilidad de joderse unas carrilladas de cerdo o unos jarretes. La caja de Pandora se iba abriendo.

Así es que decidimos ir al Chino. Porque ya se sabe que esas gentes no tienen ni santos, ni niño Dios, ni anticristos, ni Hannuka, ni ostias en vinagres. Esa gente trabaja y trabaja y trabaja con el firme propósito de cuando se mueran ver quien es el más rico del cementerio. Llegamos, y en la puerta reza un cartel bien grande que pone. MENU, 7'5 €.

O sea, hay gente normal que por 7'5 € cena. Y alguno se debe hasta fartar... Recuerden el dato, menos de 8 euros. Entramos, 3 reconocidos maziellos y la Zarigüeya que, supuestamente, es un hombre de mundo, viajado y educado, pero que en lo más recóndito de su corazón es un señor maziello que para qué.

Nos sentamos. La Alimaña, poco dado a esos sitios, exige como condición pedir algo de carne ya que él no come animales que se puedan comer enteros. El marisco no le va. El Marqués pide vino y ya es feliz, de comer le es igual. Yo me pido la ternera con bambú de siempre (si una cosa está buena pa qué vas a cambiar...) y la Zarigüeya comienza a perpetrar.

El que no tenía hambre. Llegan a tomarnos nota y el zagal se suelta. Que si una ternera con bambú para este, otra con curry para mí, pollo para mi hermano, unos tallarines para aquel... para el medio nos podrías sacar esto y lo otro... y por ser tú -le dice a la camarera- me vas a sacar también esto y lo de más allá.

Resultado, una cuenta a la que más tarde se volverá, y una esponja estomacal que hay que bajar como sea. Llegamos al bar del Negro. Seis personas dentro contando al Negro. Tres de esas personas se van con lo que nos quedamos siete personas dentro a eso de las 2 de la mañana. La Zarigüeya, que ya había dado muestras de enorme valía maziellística decide marchar para casa. Quedamos seis. El Negro avisa de que en breve igual cierra porque la noche pinta mal...

Entra un grupo de gente, la cosa se anima. Comienza a sonar la música más horrenda que uno pueda imaginar, grandes éxitos de la Carrá y mierdas por el estilo, la gente empieza a hacer el gilipollas, llevas una esponja en el estómago de dios es cristo y no haces más que pedir cervezas. Llega más gente y a las 5 de la mañana aquello está a tope. No sabes de donde ha salido tanta peña pero el caso es que sigue sonando la misma música de mierda y te duele la tripa de la descojonada que te estás pegando.

Total, que son las 7 de la mañana y marchas para casa con la esponja en el estómago aniquilada, el bolsillo vacío y otra vez con hambre. Llegas a la cocina y recenas lo que no te has cenado antes, los canalones, los langostinos que aun no han desaparecido tras el langosticidio del día anterior y todo lo que arramblas.

Te echas a dormir y a la mañana siguiente te levantas para comer, de una puta vez, algo normal. Miras la cartera, la encuentras vacía, y encuentras la nota del Chino. Y te viene el flash a la cabeza del cartel de la puerta que reza MENÚ, 7'5€

Ves que tú te has gastado 26 ñapos por cabeza para cenar. 3 veces y media lo que cuesta el menú. Te da una arcada y decides que ese día, no vas a comer. Simplemente tu estómago ha dicho basta. Te sientas a la mesa por decoro y ves que ese día tampoco se come normal, salen a jugar los canalones que no aniquilaste la noche de antes, algún hijoputa de langostino al que le deseas el peor de los males y mil putadas más que no puedes pensar en comer porque te da asco.

Así es la Navidad y así es el maziello... ¡Feliz Año Nuevo (Maziello), pájaros!




2 comentarios:

Nacho dijo...

Una cena tremendérrima, si señor.

Alberto dijo...

como algun dia vaya con hambre se cagan...