“Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto desconocido". (Frase parida por Voltaire, John Locke, Chus Heffner y Otros) MUAJAJAJAJA JAJA JAJA JA! · ФУТБОЛ В ЧИСТОМ СОСТОЯНИИ · El fútbol en estado puro · Liga de fútbol 7 de Barbastro (Nosotros jugamos con 6, y con 4 no, porque no nos dejan) · Rugby · Propaganda prosoviética · Lifaras · Timbas de poker · Maziellismo · Esquizofrenía catatónica
domingo, febrero 27, 2011
Veni, vidi, vincit.
Pero la tarde que se presentaba ante nosotros iba a ser diferente, y quizas por eso sea yo el "elegido" para escribir esto.
Partido contra el Bar Andalucía. 20:00 horas. Un servidor iba a jugar su tercer partido de la temporada, y ni tan siquiera sabía que posición le iba a tocar. Los dos integrantes buquizos de Villalifara y Sampietro estaban ya en los aledaños del campo. Mientras los del Andalucía estaban prácticamente al completo. Parecía presagiar aquello otro partido con 7 justos (con suerte), pero el resto de los disponibles vino pronto, y esa sensación se disipó en parte.
Y ahi estábamos todos: 4 cambios en el banquillo (Héctor, Nacho, Chus Heffner y Aguayos), y una alineación titular poco habitual, con Sampietro en punta, mediocampo de 3 con Sergio en medio, y Martín y Vitoré Karpets en sendas bandas, Guillén en portería, y un servidor de cierre junto a nuestro nuevo fichaje: Puértolas. Mención aparte merece nuestro fichaje invernal. Él realmente podría afirmar "Veni, vidi, vincit", tal y como reza el título que he escogido para el artículo: llegó, estuvo muy correcto atrás, ganamos, y además marcó un gol. Un debut realmente notable. Pero no nos avancemos tanto.
El pitido inicial me devolvió a la realidad. Todavía tenía latente una sensación de desasosiego, ya que el puesto de cierre conlleva una responsabilidad nueva para mí. Sí, es cierto que no es la primera vez que juego de cierre en mi vida, pero sólo es la segunda vez que lo hago en años, y la primera vez teníamos a Pedro Gea en el campo, lo cual resultaba más tranquilizador que tener a un compañero cuyo rendimiento iba a ser una incógnita hasta el pitido final. Además, tenía poco rodaje, y nuestro equipo rival presentaba a un delantero de raza negra. Lo primero que pensé fue: "Voy a echar la pota en el minuto 15 de las carreras que me voy a dar". Pero, curiosamente, no era el más peligroso de los delanteros, y pudimos frenar sus acometidas y las de sus compañeros. Y, si ellos tenían un negrer, nosotros teníamos a nuestro particular Negro, y vaya si se notaba. Además de pasar todo el juego ofensivo por sus botas, su colocación era soberbia, y fue un gran apoyo en defensa, desbaratando, sobre todo, los pases al hueco de nuestros rivales. La rapidez de nuestros jugadores de banda no era suficiente para romper el muro defensivo, y las llegadas al principio eran tímidas. Solamente al final de la primera parte, el guardameta rival pasó apuros, especialmente en un mano a mano con Vitoré. Y así fue como llegamos al descanso con un 0 - 0 en el marcador.
La sensación de desasosiego seguía en mí. No sabía si aguantaría durante la segunda parte, ya que en la primera tuve que descansar un rato en el banquillo, y por desgracia, ese descanso fue simbólico, ya que si Chus salió en mi lugar, a los 3 minutos tuve que sustituir a Puértolas. Sabía que mi falta de rodaje me estaba pasando factura, así que le dije a Puértolas que si uno de los dos iba al ataque, tenía que ser él.
Pero esa segunda parte era como un partido diferente. El equipo buquizo estaba motivado tras una primera parte casi perfecta. Para algunos, ya no había presión. Había que rematar la faena.
Y se hizo. A los pocos minutos de la segunda parte, el Negro abrió la lata, y en menos de medio tiempo, ya íbamos 3 - 0. El partido se había puesto de cara y los jugadores del Bar Andalucía estaban nerviosos. Las jugadas de ataque rivales se multiplicaban, y nuestra defensa apenas daba abasto. Guillén estuvo providencial atrás, y nuestra intensidad defensiva no sólo no había bajado, sino que además aumentó. Pero tal era el empeño de los jugadores del Andalucía, que al final marcaron el 3 - 1. En ese momento, ellos se vinieron arriba, pero no nos descompusimos. En todo momento la consigna era "¡0 - 0!¡Pensad que vamos 0 - 0!". El Andalucía estiró el equipo, lo que nos dió problemas atrás, pero permitió a Sergio estar libre en el centro del campo, donde se había hecho amo y señor. Y así fue que cuando más atacaban nuestros rivales, y cuando más nos tuvimos que emplear para aplacar las embestidas, y cuando más faltas nos vimos obligados a realizar, acabamos marcando el 4 - 1. El cansancio y el desánimo se hizo entonces patente en el equipo rival, y ya con el 5 - 1 acabaron por bajar los brazos.
El pitido final llegó pronto. Al menos, esta vez se nos antojó así, quizas porque esta vez la goleada sonrojante no nos la estábamos llevando nosotros. 7 - 1. Quién nos iba a decir en el descanso que ganaríamos de semejante paliza. El equipo había jugado correctísimamente. Guillén estuvo seguro atrás. La defensa funcionó sin necesidad de ser excesivamente estorrocadores. Las bandas supieron a qué jugaban (de hecho, Vitoré tan apenas se descolocó, mientras que habitualmente solía mostrarse anárquico). Sampietro usó su contundencia como mejor sabe, y de paso nos deleitó con una "espaldinha". El banquillo cumplió allá donde se le pidió que estuviera: Hector se encontró de nuevo con el gol, y Chus, Nacho, y Aguayos le pusieron pitera en sus respectivas posiciones. Y el Negro... el Negro es el Negro.
Si hubiera que hacer una valoración sobre el crack del partido, lo tendría muy difícil. Guillén, Puértolas, y Sergio estuvieron sensacionales, y Martín y Víctor fueron muy incisivos, abriendo la defensa contraria. Y desde la óptica de algunos de mis compañeros, yo también me salí, pero no soy quien para valorarme como el crack del partido... o quizás si... ¿¡Qué hostias!? Al fín y al cabo, ¿no se me ha ocurrido titular al artículo "Veni, vidi , vincit"? ¡Pues que me quiten lo bailao, que el partido me salió perfecto! ¡Me erijo como el crack, que ya tenía ganas de darme el gustazo! ¡He dicho!
lunes, febrero 21, 2011
Chusterizarse por momentos
martes, febrero 01, 2011
Hazañas Buquizas (VI): Estúpida Holanda, Ruda Alemania
- Tres colillas de Marlboro mal apagadas le habían petado fuego a un toldo de lona de un dedo de gordo y el correspondiente mobiliario del bar que había bajo él.
- Que la policía no era tonta y que tras hallar el cuerpo del delito mediante un estudio de balística comprenderían que la única trayectoria posible de las colillas tenía por inicio nuestra terraza.
- Que nos iban a trincar e íbamos a dormir esa noche en el cuartelillo.
- Que con los antecedentes que teníamos en materia de incendios gracias al garito del Pollero, la Interpol ya estaba atando cabos.
- Que nos iba a tocar pagar la de dios en concepto de indemnizaciones ya que el fuego había arrasado el local de la cafetería y buena parte de la primera planta, a la espera de que se confirmase que todo el mundo había sido evacuado y el fuego no había pillado a nadie.
- Que la somanta de ostias que nos iban a dar nuestros padres iba a ser fina.
Con estos condicionantes en la cabeza se nos ocurre que, a partir de ese momento del tema de los cigarros no sabía nadie ni media. Allí comenzaron a llegar Policía Nacional, inspectores y el copón bendito. Cómo sería el acojonamiento que llevábamos que en ese momento vemos al cuarteto de alemanas en la calle, una vestida, las otras a medias y otra con una toalla a la que seguro que le había pillado el fuego duchándose. Y esas sí que estaban bien jodidas que tenían la habitación completamente arrasada. Pues ninguno tuvimos la decencia de ir a preguntar si necesitaban algo o a prestarles aunque fuese una camiseta a la pobre moza que iba desnuda con la toalla...
Los bomberos apagan el fuego, entran a inspeccionar, salen, confirman que todo el mundo está fuera y que no hay heridos. Los años de condena en prisión iban descendiendo. Al menos, no nos habíamos cargado a nadie... Comienzan a dar paso a la gente para que suba a las habitaciones, recoger algo y si es posible brincar a pasar la mayor parte de la noche fuera por si acaso. A los del primero les dicen que no pueden subir, que la planta está totalmente calcinada. A los del quinto, que subamos deprisa.
Pasamos ante la policía, estos nos han fichado ya, que no, que sí, por si acaso no os los mireis. Enfilamos las escaleras y llegamos al rellano del quinto. Y allí pues lo típico, un pasillo largo y una ringlera de veinte o treinta puertas. Y al fondo estaba la nuestra y para acojonamiento generalizado, la típica cinta de "No pasar, policía" estaba cruzada en el marco de la puerta. Ya está, ya nos han enganchado, a joder...
Alguno más espabilao fue más prudente y comenzó a caminar por el pasillo y llegado un punto se volvió y nos hizo avanzar al resto, "No es nuestra puerta, es la de al lado, la de los Mandarinas" (supongo que diría holandeses, pero me niego a llamarlos por ese nombre, Mandarinas o en todo caso Hijos de la Grandísma Puta)
Entramos a nuestro apartamento y dos cosas nos llamaron la atención. El espantoso olor a humo y la ensalada de pasta, que se había quedado en la encimera. Se había quedado tan ahumada que ni el Kaiser Cagón (cuando el Kaiser era una máquina de devorar) se planteó tocarla.
Por fortuna, las hamacas de los cojones estaban sanas y salvas.
Y fue entonces cuando a alguien se le ocurrió mirar a través de la mampara de la terraza a la de los vecinos, a ver por qué les habían chapado el acceso al apartamento. Lo que allí había no tenía nombre. Una mesa de plástico quemada por las patas. Sillas calcinadas. Toallas abrasadas... ¡Tócate los cojones! En ese momento fue cuando conceptuamos que el incendio no lo habían provocado las puñeteras colillas, no (o a lo mejor sí), sino la cohorte de capullos que teníamos por vecinos (y si no habían sido ellos les iba a caer la mierda, vaya que sí).
Así pues cogimos lo que teníamos que coger, no nos cambiamos (para qué, la ropa que se había quedado allí apestaba a brasada) y marchamos como fuinas para abajo con una idea muy clara en nuestra cabeza. Ser un chivato es de las cosas más feas que hay en esta vida, pero joder, esta vez estaba justificado.
Enganchamos al primer Nacional que vimos y le preguntamos por el Inspector. Aquel gacho se presentó ante nosotros y, joder, daba el pego. Era una mezcla entre Colombo y Clive Owen, el gacho que come zanahorias, se zabuca a la Bellucci y pega tiros durante dos horas en la peli más bizarra que uno haya podido contemplar (sin sonido, al estilo Mortimer) en Domingo's.
-"Oiga señor, hemos subido al apartamento y hemos visto unas cosas muy raras en el de al lado". Claro está que no le dijimos que habíamos hecho un allanamiento de morada saltando la mampara para contemplar in situ las tropelías de esos oranje, pero todo lo demás sí.
-"Gracias, pero ya estamos enterados, como habreis visto hemos estado allí"
Ya, pájaro, pero suelta la gallina y dinos qué cojones han hecho, no nos tengas con la mierda en la boca...
-"Entonces, ¿han sido ellos los causantes?"
-"Venga chavales, si necesitamos alguna cosa os llamaremos. Marchad a cenar algo por ahí y después ir a echaros un buen trago"
No dijo ni que sí, ni que no, pero visto lo visto la cosa parecía pintar mal para aquellos mandarinas. Más tarde se supo vía, tele, prensa y cotilleos varios que aquellos hijos de Satanás en pleno akelarre en la terraza habían petado fuego a una toalla, se les había ido de las manos y tuvieron la feliz idea de lanzarla para abajo. Aquello fue lo que prendió fuego al toldo y nosotros no nos dimos cuenta (recordemos que el piso de las alemanas centraba bastante nuestra atención). Mientras apagábamos las primeras llamaradas, la toalla debió traspasar el toldo y ya abajo en el local fue consumiendo las sillas y las mesas. De ahí el que se extinguiese por un momento el fuego, la calma y el repentino subidón cuando el local estaba ya como las calderas de Pedro Botero.
En resumidas cuentas, mientras un grupo de españolitos nos torturábamos mentalmente sobre las posibles consecuencias de unos actos de los que a ciencia cierta no sabíamos si habíamos sido culpables, esos doblemoralistas de mierda, capaces de legalizar algún día el apareamiento entre humanos y babuinos del Serengeti y al mismo tiempo ser la maldita raza más monárquica sobre la faz de la Tierra, se descojonaban del asunto y seguían de borrachera.
Al final los que durmieron en el cuartelillo fueron ellos, y nosotros nos fuimos de zorrera. Irse a dormir sobrio con semejante olor a brasada era insano. Al día siguiente todo transcurrió con normalidad y Colombo nos volvió a visitar a la hora de la siesta. Nos dijo que ya estaba todo aclarado y que los vecinitos habían declarado. Los tenían bien trincados por las pelotas.
Esa noche se volvió a salir, claro que sí y al día siguiente se recogió el tenderete para marchar a punta mañana (hace falta tenerlos cuadraos) para casa. Esto que voy a contar puede que ocurriese otro años pero como viene al hilo lo planto ahora que quedará un final de cojonera...
No había hecho más que arrancar el autobús cuando cruzamos ese pueblo que está a 10 km escasos de Salou. Ese pueblo que más bien es una ciudad y que de las cosas buenas que tiene es que cuando el Barça de hockey patines va a jugar allí lo más granado del pueblo se dedica a escupir a los culés desde el palco presidencial como si hubiese 20 Castejones todos juntos en el Municipal. Inenarrable.
Pues bien, Patxi Panizo que la noche de antes se había puesto como un cacinclo de repente tuvo una urgente y extrema necesidad de evacuar oralmente el contenido de su estómago. Cadel Renton fue corriendo a pedir una bolseta al conductor mas cuando volvió sólo puedo contemplar a Panizo haciendo improvos esfuerzos por intentar retener la vomitona con sus manos, mientras esta se escapaba entre sus dedos. La mayor y mejor potada que he visto en mi puñetera vida en un autobús.
El estallido de risa hizo que se volviese todo el autobús hacia la parte trasera y que el conductor se empezase a cagar en toda nuestra parentela. La visión de aquellos trozos de salchicha frankfurt saliendo disparados entre los dedos provocaba una reacción invérsamente proporcional a nuestras risas en el resto de la gente, traducida en miradas de odio y asco...
Años más tarde, Chus Hefner y el Kaiser Cagón tuvieron los santos cojones de irse de Erasmus a Mandarinalandia. Volvieron sanos y salvos y sin haber perpetrado crimen alguno contra esas gentes. Nunca llegué a comprender que se fueran a las tierras de esos doblemoralistas.
Yo por mi parte, también decidí irme de "Erasmus" al pueblo que hizo que Panizo vomitase mientras el autobús lo cruzaba. Es el único sitio donde le he visto vomitar tras zorrear (y creo que será el único, el cabrón es duro) y pensé que ese debía ser un sitio especial. De los curiosos especímenes que conocí en aquel lugar sí que se podría hacer un libro, pero eso ya será en otra ocasión...