¿Qué ha sido de Octavio? El hombre que hundió a base de lifaras aquella próspera empresa con nombre de distribuidora de películas X con base social en la ciudad con olor a repollo y mierda de perro, ha desaparecido. Quién sabe si habrá construido una máquina del tiempo con un Delorean para escapar al Lejano Oeste de los forajidos sin Ley, si se encontrará en Torrefarrera alicatándose alguna rusa en el Punt X, o si al fin ha conseguido fugarse al África subsahariana para hacerse jefe de alguna tribu de batushis, el caso es que este bigardo que llegó a ser el delfín de una de las empresas más poderosas de la Taifa de Mierdagoza, pionera en el ámbito en el que trabajaba, no se presentó en la peninteciaría donde cumple condena por todas sus tropelías, después de disfrutar su último permiso de fin de semana.
El hombre que desafió el famoso dicho de que "las empresas las fundan los abuelos, sus hijos las desarrollan, y sus nietos las hunden en la miseria". Bien. El fue más allá y se saltó toda una generación para fagocitar todo lo que su padre había levantado de la nada. Como diría Viggo Mortensen, "Con dos cojones".
http://es.youtube.com/watch?v=GkfzW5M6wII
Pues eso. En aras de incrementar su ya de por si vasto imperio de delegaciones dedicadas al control y certificación de actividades varias como instalaciones, terrenos, puentes, obras de construcción (en hormigón y en termoarcilla, la joya de la corona), guardería de enanos, confesionario de crápulas y tenderete de la decadencia del Ladrillo, amen de aglutinante de frikis y piraos de toda clase y condición, decidió fundar su propia línea de aerotaxis entre cuyos distinguidos clientes figuró aquel excampeón del mundo de Fórmula 1 que no se comía ni los mocos cuando corría en Minardi. Debió de ser su único cliente porque la verdad es que aquello fue el principio del fin.
Un buen día, Octavio se dio cuenta de que aquello se le había ido de las manos. Y no sabía muy bien por qué. Si por el enorme forao que le suponían las deudas acumuladas de tanto ir y venir con los avioncitos o por el hecho de haberle hecho la pirula a Hacienda durante siete años seguidos. En lugar de echarle un par de huevos y secuestrar la sede central de Ibercaja, jadico en mano, para obtener unos ingresos extra, decidió que lo más coherente era dejar de pagar a sus empleados mientras se iba de putas montado en su globo areostático, a ver si se le ocurría algo mejor.
Cuando la mierda comenzó a oler tanto que ya daba vergüenza, el Estado decidió intervenir para recuperar lo que era suyo. Al pobre diablo le quitaron el globo, las perras, los dineros y hasta el coche de empresa. El negocio se declaró en bancarrota y cada puta marchó a su casa, y este pobre diablo al trullo.
Pero la semana pasada saltó el rumor. Octavio se ha fugado. Al parecer, aprovechando un permiso de fin de semana, el pequeño maziello pergueñó la jugada. Rogamos a todo aquel que tenga información acerca del paradero de este hombre, nos aclare y aporte un poco de luz a la oscuridad que rodean tales circunstancias.
El hombre que desafió el famoso dicho de que "las empresas las fundan los abuelos, sus hijos las desarrollan, y sus nietos las hunden en la miseria". Bien. El fue más allá y se saltó toda una generación para fagocitar todo lo que su padre había levantado de la nada. Como diría Viggo Mortensen, "Con dos cojones".
http://es.youtube.com/watch?v=GkfzW5M6wII
Pues eso. En aras de incrementar su ya de por si vasto imperio de delegaciones dedicadas al control y certificación de actividades varias como instalaciones, terrenos, puentes, obras de construcción (en hormigón y en termoarcilla, la joya de la corona), guardería de enanos, confesionario de crápulas y tenderete de la decadencia del Ladrillo, amen de aglutinante de frikis y piraos de toda clase y condición, decidió fundar su propia línea de aerotaxis entre cuyos distinguidos clientes figuró aquel excampeón del mundo de Fórmula 1 que no se comía ni los mocos cuando corría en Minardi. Debió de ser su único cliente porque la verdad es que aquello fue el principio del fin.
Un buen día, Octavio se dio cuenta de que aquello se le había ido de las manos. Y no sabía muy bien por qué. Si por el enorme forao que le suponían las deudas acumuladas de tanto ir y venir con los avioncitos o por el hecho de haberle hecho la pirula a Hacienda durante siete años seguidos. En lugar de echarle un par de huevos y secuestrar la sede central de Ibercaja, jadico en mano, para obtener unos ingresos extra, decidió que lo más coherente era dejar de pagar a sus empleados mientras se iba de putas montado en su globo areostático, a ver si se le ocurría algo mejor.
Cuando la mierda comenzó a oler tanto que ya daba vergüenza, el Estado decidió intervenir para recuperar lo que era suyo. Al pobre diablo le quitaron el globo, las perras, los dineros y hasta el coche de empresa. El negocio se declaró en bancarrota y cada puta marchó a su casa, y este pobre diablo al trullo.
Pero la semana pasada saltó el rumor. Octavio se ha fugado. Al parecer, aprovechando un permiso de fin de semana, el pequeño maziello pergueñó la jugada. Rogamos a todo aquel que tenga información acerca del paradero de este hombre, nos aclare y aporte un poco de luz a la oscuridad que rodean tales circunstancias.